jueves, 6 de septiembre de 2012

Parque de Cabañeros


Para terminar las vacaciones como es debido mi santo y yo hicimos una escapadita breve de turismo interior: al Parque de Cabañeros. Quizá el final del mes de agosto no sea la época más adecuada para apreciarlo en todo su esplendor, no el vegetal, al menos, pero como ya habíamos estado hace años en invierno, quisimos verlo con otro aspecto. Además los currantes viajamos cuando podemos, para qué nos vamos a hacer ilusiones.

Con razón le llaman "El Serengeti español" porque el aspecto de la raña desde las alturas recuerda mucho a lo que vemos en los documentales de la 2, solo que lo que allí son acacias espinosas, aquí son encinas y lo que allí son búfalos y cebras, aquí son ciervos y corzos. Sólo se echan de menos unos cuantos leones dormitando a la sombra de los árboles, pero cuando se echa pie a tierra, se agradece su ausencia.












Si se quiere recorrer el interior del Parque es necesario contratar la visita con alguna de las empresas que proporcionan guías y transporte en vehículo 4x4, ya que los coches particulares sólo tienen permitido el paso hasta el Centro de Visitantes de Casa Palillos. 

Nosotros tuvimos la suerte de contar con un guía encantador, que se llamaba Juanma, y que nos dio todas las explicaciones imaginables sobre fauna, flora, geología, historia del Parque, y todo lo que quisiéramos saber. Cada vez que queríamos hacer una foto o ver un detalle, detenía el vehículo, y en los lugares donde el sabía que había posaderos de aves o algo interesante, montaba un telescopio para que pudiéramos observar con el mayor detalle lo que fuera.

Como en el caso de este águila calzada, a la que intenté hacer la foto a través del telescopio, porque mi zoom no era suficientemente potente. (una chapuza que ustedes me perdonarán). A la vista de los resultados desistí de hacer fotos a los buitres negros y leonados, y a un águila culebrera que vimos también posada.



Como ven, el número de ciervos es impresionante. Casi excesivo, pero hay que tener en cuenta que no tienen depredadores de importancia. Como digo, unos cuantos leones no vendrían mal.







La imagen más característica del parque la constituye esta llanura adehesada, resultado de muchos siglos de explotación racional del bosque para hacer carbón, extraer corcho y alimentar ganados: la raña de cabañeros, con formaciones herbáceas de pastizal, tanto vivaces como anuales de gran riqueza botánica, con una extensión en el caso de la zona central del parque, de aproximadamente 8.000 hectáreas.


El nombre le viene de estas cabañas : "La cabaña era una construcción temporal,  utilizada por pastores y carboneros durante la temporada de actividad  en el monte. Eran Cabañas de forma cónica, construidas con mañas de vegetación del entorno, una estructura de palos de fresno o chaparro, sobre la que se colocaban juncos y jaras hacia el interior, para impedir el paso de la lluvia y el frio. Pudiéndose aplicar pequeñas planchas de corcho. En el interior se elaboraba un pequeño hogar excavado, con cantos rodados. Normalmente se construían varias cabañas en grupos de hasta 15 con diversos tamaños en función del uso"




Aunque con mi cámara sólo pude capturar una pequeña mota en la lejanía, debajo del pino pequeño del centro de la foto, lo que apenas se vislumbra, es un zorro.




Aquí, en la ampliación se ve que no eran imaginaciones nuestras. Es asombroso lo que es capaz de captar el ojo humano, con buenas condiciones de luz, que una máquina normal no consigue ni aproximarse. 

 


Bordeando un poco la raña por el lado oriental, nos aproximamos a una zona donde abundan los alcornoques y algunos olivos, recuerdo de cuando el Parque era una finca privada de explotación agrícola. Nos dirigimos hacia el Arroyo del Brezoso, para visitar un antiguo molino, recién restaurado.





El guía nos ofrece la posibilidad de hacer un breve trecho del camino a pie hasta el molino, lo que nos permite disfrutar mejor del entorno 


 


El Puentecillo que cruza el Arroyo del Brezoso, junto al Molino




El Molino estuvo en uso hasta los años 50, pero luego sufrió un gran deterioro, tras su abandono por parte de la familia que lo explotaba y vivía en él. Actualmente ha sido restaurado y se ha hecho un pequeño museo de objetos agrícolas, relacionados con los trabajos del molino.





La maquinaria ha sido restaurada y podría entrar en funcionamiento si se dejara caer de nuevo el agua del arroyo sobre la rueda inferior, que se puede ver a través de un suelo de cristal




Parte del muro original, con más de 200 años de antigüedad




Una explicación de los pesos y medidas, que me parece absolutamente ininteligible
Asombroso que supieran de qué cantidades estaban hablando




Nuevamente de vuelta en el vehículo, el atardecer nos va ganando. 
El sol poniente saca unos colores especiales a la vegetación y a los animales








Choca el contraste entre la paz ancestral de estas dehesas que están casi igual que hace varios siglos, y la silueta de los molinos de viento actuales, para producir energía eléctrica, en las lomas del fondo.




Los animales se ven confiados, sin el agobio de los grandes depredadores, pero así y todo, no permiten ningún acercamiento y en cuanto notan que vamos a salir del vehículo, emprenden la huída.




Delante del coche, por el camino, nos salen al paso tres perdigones, ya grandecitos, pero tan torpes que no aciertan a esconderse a derecha ni izquierda, y corren como desesperados por el camino, delante del coche, sin decidirse a alzar el vuelo,  hasta que nuestro compañero de visita, el padre de una familia catalana, salta del coche y ¡a la carrera consigue capturar uno a mano! Nos lo trae para que su hijo, Marc, de 7 años (un niño encantador, que participa de todo como un adulto y disfruta como un loco) lo pueda ver de cerca. Enseguida lo suelta y el animalillo corre como loco a reunirse con sus hermanos, que ya han encontrado el perdedero.




Por cierto, que Marc, con sólo 7 años, es el que mejor vista tiene y consigue ser el primero en descubrir a tres de los cuatro zorros que vemos en toda la tarde.




Este cielo esplendoroso es el preludio de un atardecer memorable










 Las puestas de sol siempre son bonitas. Pero en estas extensiones adquieren unas proporciones casi hollywoodienses. Parece que va a bajar Charlton Heston de la Sierra del Chorito con las Tablas de la Ley, por lo menos.


Y con este cielo espectacular nos despedimos hasta la próxima