Así que avisé en el curro que cambiaba el turno a la tarde porque tenía zafarrancho en casa, y me apresté a sufrir las reparaciones con santa paciencia.
El problema es que en mi casa los techos son muy altos, y mi escalera, aparte de que está un poco trabajada y los escalones oscilan peligrosamente, no permite llegar hasta el techo para trabajar con comodidad, como precisaban los muchachos.
De modo que la primera gestión fue ir a pedir otra prestada al portero de la casa de al lado, porque el de mi casa se ha ido de vacaciones.
Ya en poder de una escalera en condiciones el equipo se dispuso a entrar en acción. El equipo al completo estaba formado por un jefe con barba e impecablemente vestido, un fontanero nacional y un chico para la herramienta con aspecto de foráneo del Este, pero que me dejó completamente desconcertada, porque cuando le pregunté de dónde era, para congraciarme un poco con él y, como diría Bertram Wooster, estrechar lazos con las clases trabajadoras, me respondió con un indudable acento polaco que era de Arganda. Así que ahí se acabaron mis pesquisas.
En cuanto empezaron las acciones serias, del tipo picar el techo, el jefe impecablemente vestido desapareció rumbo al bar de la esquina y yo me retiré a mis quehaceres domésticos para no estorbar la íntima comunión de los operarios con sus herramientas y que pudieran expresar a su sabor la opinión que les merecía el estado del techo de mi cuarto de baño. En líneas generales se puede decir que estábamos de acuerdo en ese punto, pero ellos, sobre todo el nacional, lo expresaban con más gracejo y volubilidad lingüística. Expresiones del tipo : "Esto esta hecho una..." "Aquí no hay .... que meta una escalera" " En ese ... rincón no hay quien alcance", y lo que ustedes puedan imaginar a ese tenor.
Como a pesar de ser mucho más alta, la escalera no era todo lo que se hubiera deseado, la solución fue de las que ponen los pelos de punta: ponerla en equilibrio sobre la taza del retrete. Como lo oyen. Tenía que haber hecho fotos pero el azaramiento del momento, los derechos de imagen, el respeto a la intimidad, etc, etc, me impidieron tomar testimonios gráficos. Tendrán que conformarse con este ramillete variopinto recolectado en internet.
Pero no fue eso lo peor, sino que, como la hoja de la ventana le estorbaba para maniobrar, la sacó de sus goznes y se encaramó en el alféizar. He de explicar que yo vivo en un quinto piso y aunque la ventana es estrecha y el muchacho tenía una apreciable barriguita cervecera, cabía perfectamente por el hueco de la ventana, por lo cual, como no me parecía propio agarrarme a una pierna suya mientras picaba el techo (¡qué iban a pensar las vecinas que me vieran por el patio!) y no aceptó la sugerencia de atarle una cuerda a la cintura y fijarla al radiador de la calefacción, por si acaso, volví a retirarme a mis habitaciones a ponerle una vela a algún santo especializado en caída libre.
Mientras tanto, el colega polaco de Arganda se había subido al piso de arriba a colaborar en la ejecución del agujero que permitiera sustituir la bajante deteriorada. Como es lógico, la vecina de arriba estaba advertida para no usar el cuarto de baño durante la operación, que exigía cortar la bajante general. Pues en esas estábamos cuando de repente se abrieron las cataratas del cielo y cayó un torrente de agua a chorro libre sobre nuestro inadvertido operario. Dejo a la imaginación de los lectores la reacción del digno trabajador. Yo me precio de ser algo suelta de lengua, y en la última ocasión en que se me llevó el coche la Grua Municipal puse el listón bastante alto, en cuanto a riqueza de vocabulario y creatividad. Pero nunca creáis que habéis alcanzado una cima. En las generaciones que nos siguen siempre hay alguien capaz de mejorar nuestras habilidades. Aquel hombre me abrió un abanico de posibilidades, que anoté mentalmente para posteriores enfrentamientos con taxistas, pongo por caso, mientras volaba escaleras arriba. En parte para sustraerme a sus iras y en parte para recriminar a la vecina por faltar a su palabra de modo tan flagrante. Resulta que la pobre señora no sabía que su lavadora también desaguaba por ahí y se le había olvidado pararla.
Toda vez que el fontanero supo que el agua que le había bautizado procedía de una honrada lavadora y no de fuentes menos dignas, se calmó un tanto (incluso yo creo que mejoró algo el aroma que despedía el muchacho, pero no se lo quise decir, por si la tomaba conmigo) e incluso hizo bromas con el calor, la ducha y la camiseta mojada. Yo les aseguro que NO era lo mismo que si se pone una camiseta mojada..., no se quién diría yo, Darek, por ejemplo.
Y a partir de ahí, se puede decir que ya todo fue un camino de rosas
La tubería nueva sustituyó a la rota, el boquete del techo se rellenó debidamente, los chicos no aceptaron ni una cerveza, por lo cual les tuve que dar una propina algo más alta, para que se la tomaran a mi salud en el bar de abajo, y la paz ha vuelto a mi hogar. Ya no tengo que poner la denuncia al casero, lo cual me congratula, porque ando algo apuradilla de tiempo, ya que si todo marcha según lo previsto y consigo terminar todas las tareas pendientes antes de las tres de la tarde, me propongo empezar mis vacaciones en ese preciso instante.
Cosa que les comunico para que no me echen de menos si no me ven por aquí. Celebraré que al recibo de la presente se encuentren ustedes también disfrutando de la vida, y como no sea que pille un cibercafé en algún momento de enajenación mental, ya nos veremos en septiembre.
Que ustedes lo pasen bien y sean felices.
17 comentarios:
Crónica inmejorable de acontecimientos muy mejorables, amén de mejoradores. Digna de nuestro amado Wodehouse.
Algún día tienes que contar aquella vez que nuestra madre confundió a dos honrados alguaciles que venían a embargarla por una multa de tráfico de nuestra hermana con los encargados de arreglarle la persiana y los hizo esperar una hora en el salón a oscuras, creyendo de buena fe que estarían a lo suyo. Cuando al cabo de la hora la llamaron indignados y deshicieron el equívoco, le dió un ataque de risa que la tuvo diez minutos hipando en el sofá y los despidió sin cobrar, con una propina para el café. Se vé que tú has heredado a quella reciedumbre materna.
¿Tu estabas aquella vez que el ínclito Juan Carlos perforó una cañería con un formón a las 10 de la noche y dejó a toda la casa (el inmueble, 24 viviendas) sin agua? Entonces la casa no tenía ascensor de bajada y creo que bajé los cinco pisos en vuelo planeado para que la portera (aquella que era como la bruja que tiene un duelo con Merlín el Encantador) cortara el agua hasta nueva orden. Las historias de fontaneros son las mejores.
Este suceso podrías mandarselo a un guionista de serie cómica nocturna. Es tan divertido porque yo no estaba allí, claro está. Porque tú lo pasarías mal en ese momento, pero ¡y lo que te has reído después!
Cigarra: Me he divertido muchísimo leyendo tu post de fontanería, con escaleras incluídas!. Tienes un humor que dá gusto.
¡Felices vacaciones!.
Como dice Cecilia. Esto es antológico. Me has hecho reír un buen rato, y cada párrafo superaba al anterior. Genia! Ay, cuando llegaron las aguas celestiales y...perfumadas!
Excelentes vacaciones
Si todavía no te fustes: estamos haciendo una campaña para los 100 post de Brujaroja. El asunto es dejar un comentario en el n° 100 de ella, precisamente hasta alcanzar también el comentario n° 100.
Un beso!
Y la azafata?
Querida Cigarra, te superas a ti misma y me recuerdas que en mi última y reciente obra, y como dices tú para congraciarme con el pintor, más que por lo de la unión de las clases,que también, por el empeño que pusiera en terminar la obra, inicié una conversación en la que el susodicho trabajador se sinceró conmigo, y con gran seriedad me dijo que a él le gustaba la pintura. Yo muy seria añadí, ¡ah! eso está muy bien porque no hay nada como trabajar en lo que a uno le gusta. El buen mozo me dijo sin alterarse, no si no me refiero a esto, es que a mi me gustan los cuadros y me he fijado en algunos que tiene usted que me gustan, como el de la entrada. Y terminamos en agradable tertulia en la que supe que había hecho una buena inversión en un pintor que ahora se cotizaba mucho, y que no recuerdo.
Fue muy instructivo para mi.
Besos,Cigarra, y ya nos veremos cantando como mandan los cánones, el primer viernes de septiembre.
Estupendo, Cigarrilla. Puedes presentarlo a un trabajo como guionista o a un concurso de monólogos... Espero que, como recuerdo de tus vacaciones, nos traigas fotos a montones. Un abrazo.
¡Qué buen humor que tiene, Cigarra! Da gusto leerte recién vuelta de las vacaciones, siempre nos animas.
Le deseo que tenga unas vacaciones repletas de anécdotas y preciosos lugares para fotografiar con los que nos siga deleitando. Hasta la vuelta.
Me ha shecho reir un buen rato con las desventuras fontaneriles; además me han encantado tus imágenes de escaleras, todas tan sugerentes. Como supongo que estarás de vacas, que las disfrutes y te cargues de energía para el próximo septiembre.
Me alegro por el entregado operario de que el agua viniera acompañada de jabón y suavizante y no de otras fuentes intestinales humanes.
Aunque pienso que a veces deberías abandonar el realismo exagerado que practicas y dar rienda suelta a tu imaginación, que en este caso nos hubiera llevado a un agradable resultado entre lo divetido y lo escatológico.
Jajajaja, desternillante crónica...
Jajaja! Ya te contaré un día la historia de aquella nefasta vez que se me ocurrió reformar el baño...
Por aquel entonces no te conocía, de ser así te habría pedido esa lista de exabruptos!
Besotes y feliz regreso! Jejeje
Se me olvidó! Preciosas imágenes...
Queridos todos que me dejais comentarios (y los que no, también): No os lo vais a creer ¿sabéis lo primero que he tenido que hacer, a 1 de septiembre, a mi vuelta al hogar? ¡Llamar a un fontanero, porque le estaba haciendo una gotera al vecino de abajo! ¡Qué tremendo es el verano para las casas viejas! Pero esta vez no fue tan divertido, un simple cambio de desagüe.
Prometo un post con algunas fotos bonitas de estas vacaciones, cuando me reponga del trauma de la vuelta. Mil besos a todos y gracias por seguir visitandome, a pesar de mi prolongada ausencia.
Me mandaron un día a hacer un trabajito de fontanería a la casa de una señora que me dijeron que estaría sola, en pleno calentón veraniego, de modo que programé con mi compañero el chapuzas un numerito para lograr que la señora me agarrara de la pierna, o de la cintura llegado el caso, ante el riesgo de que cayera por la ventana abierta del baño... el ardid no funcionó, y la recatada ama de casa se retiró, creo que no sin ganas de haber intentado un agarrón. Como falló el truco de la ventana abierta, probamos más tarde con el numerito de la camiseta mojada, que últimamente no me falla con señoras solas en verano, y más de una vez hemos acabado en la ducha... pues que si quieres arroz Catalina, que la dama no pilló la indirecta y me dejó salir de casa en lugar de retenerme, ofrecerme un albornoz, una ducha... como las otras veces, vamos. O sea que no me comí una rosca. Otra vez será.
Fontanero polaco, todavía me estoy riendo con tu comentario.
No tienes malicia, tenías que haber dejado un papelito con tu número de telefono, que esas cosas mejor en otro sitio, que en mi barrio me conocen, nunca se sabe si puede llegar la niña, o hay alguna vecina fisgando... En fin, lo dicho, que no tienes picardía.
hola,
me he permitido enlazar esta entrada en un post mio para el 13 octubre. nosinmicamara.blogspot.com convoca el stairs day.
Saludos
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