Hoy os traigo un artículo escrito por Blanca Calvo, la Directora de la Biblioteca Provincial de Guadalajara, en el que con pocas palabras, dice claramente cosas fundamentales con las que estoy plenamente de acuerdo.
Cavernícolas
No sé usted, pero yo, que soy de la generación de los padres del Cuéntame, he reflexionado muchas veces en los pasado años al ver la alegría con la que todos gastábamos el dinero. De repente nuestro país se había hecho rico, ¡qué estupendo! Era como cuando a una familia le suben mucho los ingresos y puede empezar a gastar en restaurantes sin mirar precios, con lo que antes costaba salir a comer fuera.
Ahora, como en las familias cuando se pasan de gasto, hay que apretarse el cinturón. Y no sé a qué mentes privilegiadas se les ha ocurrido que, para ello, lo mejor es empezar a desprestigiar al funcionariado. Ese es el primer paso para desmantelar la “cosa pública”, para reducir drásticamente servicios cuya conquista ha costado sangre, sudor y lágrimas a muchas generaciones, para dejar servicios fundamentales en manos de empresarios que, como primer objetivo, buscan su bien particular y no el público.
Como funcionaria desde hace muchos años pienso que quizá haya que reflexionar para ver si se puede ahorrar en “lo público”, pero me parece difícil. En general, la Administración ofrece aquello que no le interesa al sector privado porque no da ganancias. Si no fuera por las bibliotecas públicas, por poner un ejemplo para mí cercano, prácticamente no llegarían los libros a ninguna de las poblaciones de nuestra provincia, quitando las tres o cuatro mayores. Cualquier librero diría que no resulta rentable poner una librería en Alustante, pueblo en el que funciona estupendamente una biblioteca.
En cuanto a lo de privatizar servicios públicos, las empresas privadas sólo están dispuestas a acoger los más fáciles, los que les pueden dar ganancias. Y hasta Perogrullo sabe que privatizar un servicio público lo encarece, se mire como se mire. La privatización añade un nuevo concepto de gasto: el beneficio empresarial, que se suele cifrar en un quince por ciento pero suele ser bastante más. Si una administración “externaliza” (qué horrorosa palabra) un servicio que costaba X, el servicio costará X más, en el mejor de los casos, el 15%. A no ser que la empresa ahorre costes pagando sueldos de porquería o reduzca el personal a niveles hiperinsuficientes. Si quieren ver los resultados de esas prácticas vean "La cuadrilla", una película de Ken Loach que muestra cómo tras la reducción de un grupo de trabajadores de mantenimiento del ferrocarril, comienzan los accidentes mortales.
Los recortes en los servicios públicos que se están proponiendo en países como el Reino Unido son un gran paso de retorno a las cavernas. ¿Quieren ustedes tener que volver a inventar el fuego? Pues quédense mirando y no reaccionen.
3 comentarios:
Estoy bastante de acuerdo, con algún matiz, por ej., el que aquí, además de vivir por encima de nuestras posibilidades, ha entrado alguien y s eha llevado los ahorros (los especuladores financieros)
Eso. Encima se lo han llevado y se lo siguen llevando a espuertas. Tengo que sacar tiempo para contar aquí lo que fue acudir con mi suegra a la revisión de su operación, en las consultas de Traumatología del Hospital de la Princesa. Una acumulación tal de retrasos, masificación, mala gestión, informaciones contradictorias, incompetencia a todos los niveles... indignante.
He cambiado mi máximo deseo: ya no es ver a Gallardón entre rejas (ha pasado a segundo lugar) sino ver a Esperanza Aguirre con varios huesos rotos durante 24 horas en las urgencias de la Princesa.
Un gran artículo.
La defensa de lo público, en vías de desmantelarse, debe convertirse en prioridad ciudadana.
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