martes, 5 de abril de 2011

No te tomes tan en serio


Tomé prestado en la biblioteca el libro "Optimismo inteligente" de Maria Dolores Avia y Carmelo Vázquez, porque me llamó la atención el título. Como siempre se ha dicho que un pesimista es un optimista bien informado, me picó la curiosidad, a ver si efectivamente es necesario ser un poco "panoli" para ser optimista. Y me ha gustado. Estoy de acuerdo con la tesis que mantiene:

El optimismo no sólo no es de "tontos" sino que es una herramienta eficaz de la evolución que beneficia al individuo y a la especie.
No voy a hacer aquí una recensión del libro, pero si voy a copiar un párrafo con el que estoy especialmente de acuerdo, sobre lo positivo que es desarrollar el gusto por el juego y la travesura.

"Anteriormente nos hemos referido a esa absurda exigencia de gravedad que a veces se hacen a sí mismas las personas e instituciones importantes. Nuestra propia, limitada, experiencia nos ha enseñado que en muchos ambientes profesionales estructurados de forma rígida la gente se comporta de una manera innecesariamente tensa y alerta. Besta con que alguien -perteneciente al grupo, desde luego: a ningún observador externo se le permitiría ningún comentario crítico de ùn grupo profesional al que es ajeno- rompa un poco la norma implícita imperante mediante una broma o un simple comentario cooperativo o amistoso, para que todos los presentes se sientan aliviados y mejore su sensación de comodidad. El gusto por el juego y la travesura infantil, en el mejor sentido de la palabra, es un elemento indispensable para una mente optimista. /...

.../ Algunas de las imágenes que muchos tenemos asociadas a la felicidad plena y sin trabas y a la ausencia de preocupaciones tienen que ver con situaciones de camaradería, bromas de adolescentes o complicidades con otras personas. El humor es un ingrediente muy eficaz que ayuda a tolerar el estrés y lo reduce, convirtiendo en motivo de chanza hasta las situaciones más dramáticas. La capacidad de encontrar elementos de humor genuino en situaciones angustiosas es un recurso inestimable que no poseen muchas personas, pero que puede propagarse y se contagia, con efectos muy saludables.

Especialmente recomendable es no tomarse a uno mismo demasiado en serio y reirse benévolamente de sí. Al fin y al cabo, no tenemos ninguna importancia. Existe algo muy pretencioso en el sentimiento de "culpa universal" de las personas depresivas, y el afán de mejorarse, exigirse siempre más, no estar nunca satisfecho consigo mismo y sufrir por las propias limitaciones encierra un orgullo muy poco realista. En situaciones clínicas hemos recurrido a veces a recetar "un poquito más de humildad" y a hacer uso de la estrategia, algo paradójica, de indicar al sufridor que no trate de esforzarse más; porque verdaderamente es una persona imperfecta que nunca alcanzará el ideal, por mucho que lo intente." (pp. 236-237)


("Optimismo inteligente" , Maria Dolores Avia, Carmelo Vázquez; Alianza Editorial, El libro del Bolsillo 3602, Madrid, 1998)

1 comentario:

Miroslav Panciutti dijo...

¿Cómo no estar de acuerdo con esos párrafos? Las dos cosas, que ciertamente son dos caras de la misma moneda, me parecen también a mí absolutamente recomendables: no tomarnos demasiado en serio (humildad) y reirnos de nosostros (y, ya puestos, de todo y cuanto más a menudo mejor).

Si definimos el optimismo como la actitud de saber ver lo bueno en lo que nos rodea, creo que el adjetivo 'inteligente' le corresponde más que merecidamente.