martes, 21 de octubre de 2008

Una iniciativa digna de imitación




Me han mandado un enlace al blog del escritor Alberto Vázquez-Figueroa, que ha decidido colgar en la red su última novela de modo gratuito para que cualquiera pueda descargarla y leerla. Y expone sus razones, que me parecen llenas de sentido común:
http://vazquezfigueroa.blog.com/1940255/

Por si no se abre bien, copio aqui el texto de su post.

Mis novelas gratis por Alberto Vázquez-Figueroa

A partir de ahora mis novelas se editarán simultáneamente en edición “cara”, de las llamadas “de tapa dura”, en edición de bolsillo a mitad de precio, podrán descargarse gratuitamente en “Internet” y todos los periódicos o revistas que lo deseen están autorizados a publicarlas al estilo de las antiguas novelas por entregas con la diferencia que en este caso no tendrán obligación de pagarme nada en concepto de derechos de autor.

Me han preguntado si es que me he vuelto loco, me sobra el dinero o pretendo arruinarme y arruinar de paso a mi editor. No es el caso.

He meditado largamente sobre el tema y he llegado a la conclusión de que hoy en día hay público para todos los niveles adquisitivos del mismo modo que quien lo desea puede almorzar en un restaurante de lujo, en una simple hamburguesería e incluso acudir a un comedor social.

También puede hacerse un traje a medida, comprárselo en unos grandes almacenes o en un rastrillo dominguero.

Igual ocurre en la mayor parte de las facetas del consumo, excepto en lo que se refiere a los lectores que tienen que resignarse a pagar el precio que marca el editor que ha adquirido los derechos en exclusiva de un determinado libro o aguardar años hasta que se edite en bolsillo.

Y desde luego nunca lo obtendrá gratis.

Y se me antoja injusto porque la cultura es tan importante como comer o vestirse, y desde luego mucho más importante que adquirir un coche donde se ofrecen cien gamas de precios donde elegir.

Mi próxima novela trata sobre Irak y las oscuras maquinaciones de las grandes compañías americanas que inventaron la existencia de armas de destrucción masiva con el fin de iniciar una guerra que ha costado casi medio millón de muertos y nunca podrá ganarse, pero que produce miles de millones de beneficios a empresas directamente ligadas a los mas altos cargos de la administración republicana.

Y a mis lectores, cualquiera que sea su condición social o capacidad adquisitiva, ese tema les interesa conocerlo a fondo en estos momentos, no dentro de dos años, que sería cuando cualquier otra editorial considerase que ya había exprimido al máximo el limón de la “tapa dura” y tuviera a bien editarla en bolsillo para unos lectores “De Segunda Categoría”.

No deben existir lectores de segunda ni de tercera categoría, porque lo que importa es su relación directa con el autor independientemente de lo lujoso que sea el vehículo que proporcione dicha relación.

Al cumplir cincuenta años como escritor muchas personas me han asegurado que se acostumbraron a leer con mis novelas de aventuras, y aunque algunas me han sido infieles con el paso del tiempo, lo que importa es el hecho de que empezaron a leer y aficionaron de igual modo a quienes les rodeaban.

Folletines del estilo de “Los tres mosqueteros”, “Los Miserables” o “El Conde de Montecristo” consiguieron que, al poder acceder gratuitamente a tan magníficos textos, en el transcurso de una sola generación el número de lectores franceses se multiplicara por tres.

Los editores no tienen derecho a quejarse de que “se lee poco” mientras mantienen el control sobre el precio de lo que en ese momento interesa, ni las autoridades deberían promover absurdas campañas publicitarias que no conducen mas que a gastar dinero; lo que deben hacer es presionar a los editores a la hora de poner los libros al alcance de todos los bolsillos.

Personalmente prefiero que me lean dos estudiantes, obreros o secretarias en el autobús por siete euros, que un alto ejecutivo en su cómodo despacho por veinte, porque aunque gane menos, si el libro es bueno esos dos lectores se convertirán en cuatro y luego en ocho, y resulta evidente que existen muchos mas obreros, estudiantes y secretarias que altos ejecutivos.

Y si el libro es malo ni unos ni otros lo comprarán.

En cuanto al hecho de ofrecerlo gratuitamente en “Internet” tengo claro que quien lo descargue de la red nunca hubiera comprado mi novela, o sea que prefiero que me lea gratis a que no me lea.

Tal vez la próxima vez se decida a comprar un libro aunque no sea mío.

Algo es cierto: he vendido casi veinticinco millones de libros y todo el dinero que me han pagado me lo he gastado, pero una gran parte de los lectores que he conseguido, aún los conservo.

Y de todo el dinero que gané, la mitad se la llevó Hacienda.

Sin embargo Hacienda aun no ha logrado arrebatarme un solo lector.

En Inglaterra, país culto donde los haya, los escritores no pagan impuestos por el fruto de su trabajo, pero en España, pese a pertenecer también a la Unión Europea, cada año debo entregar la mitad de mis ingresos a Hacienda o me embargan.

Eso significa que un escritor ingles cuenta con el doble de medios económicos que yo para viajar o investigar a la hora de encarar un nuevo trabajo.

Eso no evita que las autoridades españolas se lamenten de que nos esté invadiendo la cultura anglosajona, y lo único que se les ocurre para remediarlo es adquirir los más emblemáticos y costosos edificios de cada capital con el fin de instalar un nuevo Instituto Cervantes en el que dar cobijo a “intelectuales” afines al partido que se encuentre en esos momentos en el poder.

Para nuestra voraz, inculta y derrochadora administración tan sólo somos europeos cuando conviene, y esa es una de las razones por las que prefiero regalarle la mitad de mis ganancias a unos lectores anónimos que tal vez me lo agradezcan, mejor que a un gobierno que no sólo no lo agradece, sino que no acepta que para escribir una novela interesante sea necesario viajar e investigar.

Siento curiosidad por saber si las editoriales continuaran con su absurda política inmovilista o comprenderán que es hora de renovar unos hábitos que no han evolucionado un ápice en trescientos años mientras que a su alrededor el mundo se transforma a marchas forzadas.

En mi juventud una película se estrenaba en una única y enorme sala, estaba casi un año en cartel y tan solo entonces pasaba a los cines de barrio. Hoy se estrena en cuarenta multisalas, a los quince días se edita en “DVD”, al mes se compra en televisión, y se puede ver en las cadenas abiertas a los tres meses.

Si las grandes productoras cinematográficas, con sus complejos estudios de “marketing” han llegado al convencimiento de que esa es la fórmula que conviene en los tiempos que corren, las editoriales deberían tomar buena nota al respecto.

El mundo del libro tiene la enorme suerte de que no resulta rentable a los “piratas” del “Top-Manta” que tanto daño hace a las industrias del cine y la música, pero por eso mismo, y por la gran competencia de la televisión y todo tipo de deportes de masas, los que lo gestionan deberían plantearse un cambio radical e intentar conseguir lectores antes que beneficios.

Sin lectores no hay beneficios, y cuando haya muchos lectores ya llegarán los beneficios.

Resultará muy interesante comprobar si los Ministerios de Cultura y Hacienda seguirán opinando que es preferible que los empresarios -en este caso los editores- continúen manteniendo el privilegio de abaratar los precios únicamente cuando les convenga sin tener en cuenta los intereses de los lectores, al tiempo que no cesan de apretarle las clavijas al pobre trabajador- en este caso el autor.

Por lo visto un gobierno que se autodenomina socialista considera que es preferible proteger al que se beneficia económicamente de la cultura que al que la crea.

Existen varias editoriales multimillonarias, pero ni un solo autor español mínimamente “acomodado”

El viejo dicho, “En España escribir es llorar” ya no tiene sentido: debería decirse “En España escribir -y leer- es pagar”.

A.V-F

Vaya desde aquí mi agradecimiento y admiración. Ojalá muchos más autores pudieran permitirse actuar así y se decidieran a hacerlo. Quizá fuera el modo de que las cosas empezasen a cambiar en el mundo editorial.

11 comentarios:

Ignacio dijo...

Si.
Una buena noticia y gracias por dármela.

Ignacio dijo...

link

CarmenS dijo...

Y además de todo esto, es un gran escritor, un hombre que ya hace años escribía sobre temas que aún no estaban de "moda": la inmigración, la devastación de la naturaleza por la mano humana, el esclavismo en las colonias, etc.
¿Por qué siendo un buen escritor y pese a vender tantos libros se informa tan poco de sus actividades?
Otra cosa que ahora recuerdo es que este hombre inventó una planta desalinizadora que nadie quiso poner en marcha. ¿Por qué? ¿Intereses comerciales? No lo sé.

Cigarra dijo...

Encantada, Ignacio, cuanto mas se difunda, mejor.

Cierto, Cecilia, yo no sabía nada, pero él mismo lo cuenta en su blog:
http://vazquezfigueroa.blogspot.com/2008/07/como-ahorrar-diez-mil-millones.html
No le hicieron ni caso.
Así nos va

Ignacio dijo...

Lamaquina esa no podría funcionar jamás. Por lo demas de acuerdo con vosotros. Es un scrtior de xito pero alguna desus fcciones no los son tanto ni son tan fundadas, son ficciones no las deis por realidades.

Miroslav Panciutti dijo...

La literatura de Vázquez Figueroa no es precisamente de la que me gusta, lo que no impide que haya leído tres o cuatro novelas suyas hace tiempo. Dicho lo anterior, evidentemente, me parece una iniciativa la suya valiente y dignísima de elogio (ya la conocía). No creo, por otro lado, que la posibilidad de bajarse libros gratis reduzca demasiado las ventas. La mayoría de quienes compramos con asiduidad libros somos algo fetichistas y nunca nos parece lo mismo tenerlo en el ordenador que en el estante, acompañado de otros congéneres. Aun así, me parece estupendo que cada vez haya más sitios en internet que te permiten bajarte casi cualquier libro y, además, casi de forma instantánea (pesan bastante menos que los archivos de audio). De hecho, acabo de comprobar en una web muy bien surtida que frecuento últimamente, que están disponibles más de cincuenta obras de AVF. Y seguro que él lo sabe.

almena dijo...

Sí señora. Para admirar y reconocer su generosidad.

Un abrazo!

Zafferano dijo...

Bueno, pues a ver si cunde la idea y se consiguen gratis los libros de texto...!

Un beso muy muy grande!

Anónimo dijo...

A ver si cunde el ejemplo y empiezan a repartir grátis entradas para el fútbol o servicios como los de taxistas, electricistas, fontanería, también gratis. Caramba....... fontanería, ¿en qué estaría yo pensando?. Bueno, también pueden ser cultura.

spes dijo...

Me acabo de enamorar perdidamente de este tío.
Yo siempre lo he dicho: la cultura es un derecho, jamás un privilegio.
La gente me preguntaba porqué no cobraba las clases particulares que impartía y yo les respondía eso. Es genial ver que al menos un escritor que podría ser un capitalista de mierda, ha decidido compartir su arte sin que haya interés económico de por medio.

Sólo por eso, si algún día me apetece leer algo suyo, le compraré el de tapa dura.

Cigarra dijo...

Gracias a todos por vuestros comentarios.

Es cierto, Ignacio, que es un escritor de éxito, no un "Gran" escritor, pero no cabe duda de que ese tipo de literatura también crea afición, y eso es muy importante. Por unos libros se llega a otros.

También te digo lo mismo, Miroslav, si con esta iniciativa este señor consigue enganchar a la lectura a gente que quizá por eso se anima a leer, bendito sea, aunque no sea el mejor escritor.

Besos, Almena, te debo unas cuantas visitas.

Ay, Zaffe, me temo que el negocio de los libros de texto es otra cosa. Ahí no se trata del lucro de los autores, que en muchas ocasiones no deben ver ni un duro, sino de todo un sistema desquiciado por la avaricia.

Y ciertamente, Vegaspes, se puede permitir estos lujos porque ya come de sobra con lo que lleva escrito. Confiesa veinte millones de libros vendidos; conque cada uno le haya dejado un euro, ya puede permitirse regalar el resto de su producción. Lo que no cabe duda es que hay muchísimos escritores que estarán ganando tanto o más que él y que sin embargo consienten que su editor haga poner un párrafo en sus libros que dice lo siguiente: "Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del cpyright, ...la reproducción..., así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o PRÉSTAMO PÚBLICOS" Ya nos hemos planteado seriamente en las bibliotecas señalar de alguna manera infamante los libros que lleven esa advertencia, y por supuesto, los seguimos prestanto como todos los demás. Pues sólo faltaría. Por eso actitudes como la de este autor resultan doblemente valiosas.