El otro día dejé interrumpido nuestro viaje veraniego en la comarca de las Hurdes, así que retomo el recorrido tal como lo hicimos. Dirigimos nuestros pasos (es un decir: sería mas correcto "nuestras ruedas") a Ciudad Rodrigo, que por no estar en ningún itinerario habitual es una ciudad que nunca había tenido ocasión de visitar. Y es una carencia imperdonable. Hay que ir. Sus piedras tienen la calidad y la calidez de las que hemos visto en Salamanca, y las casonas blasonadas se alternan con las iglesias barrocas, las callejuelas de sabor medieval, los rincones románticos. Una plaza que merece una contemplación sosegada, y las murallas rodeando todo el perímetro completo, con una vista espléndida sobre el río Águeda, son razones que bien valen el viaje. Como siempre, me dediqué a las ventanas y puertas. Si queréis conocer el resto, haced el viaje, me lo agradecereis.
¿Quién me puede explicar por qué ponían los escudos al bies, en las esquinas? ¿Tiene algún significado? ¿Es sólo una moda?
Este friso magnífico decora la fachada de la catedral, llena de asimetrías que aumentan su encanto.
(Ahora que me fijo bien en la foto, esa santa más bajita, subida en un escalón para quedar a la misma altura de los demás santos, me recuerda algo... no se... ¡ya está! ¡Ese anuncio de cerveza con el repartidor subido en el cajón para quedar a la altura de los jugadores de la selección nacional de baloncesto!)
4 comentarios:
Hay que tener buen gusto para hacer esas ventanas y ¡¡¡esa puerta!!! La verdad es que con el PVC hemos perdido mucho.
Nos vemos en la Ribeira Sacra.
¡Saludos!
Tienes razón, Duarte. El PVC se ha cargado la mitad de los miradores gallegos.
Ya sé que para ti hacer las fotografías tiene que ser una enorme satisfacción o quizás mejor sería calificarlo de un amor muy hondo y personal por encontrarte con la belleza pero, a pesar de todo, no puedo evitar sentirme agradecida porque estés dispuesta a compartirlo.
Es como un pueblo de cuento ¿verdad?
:)
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