miércoles, 30 de julio de 2008

Cosas que quita la vida

Venía yo en el coche escuchando por última vez el programa de radio "Clásicos populares", que desaparece por uno de esos designios inescrutables de las altas esferas, que parecen empeñadas en quitar todo aquello que ha demostrado que funciona, y escuchaba a una de las personas que formó parte en tiempos del equipo de locutores, antes de que la prejubilaran a ella también. Y decía esta señora que nos van quitando cosas. Ella, aparte del hecho de trabajar en algo que le gustaba y hacía bien, echaba de menos cosas tan prosaicas como las dioptrías, el pelo, los dientes o el Auto-Expreso, aquel servicio de Renfe que servía para viajar con tu coche sin correr el riesgo de matarte en la carretera y sin quemar gasolina a lo tonto.

Y me he puesto a pensar en todas las cosas que la vida nos va quitando, me ha ido quitando, cosas que parecen sin importancia: creer en los Reyes Magos, los bulevares de algunas calles de Madrid, las vacaciones de verano de tres meses, las ganas (y el fuelle) para correr detrás de un autobús que se escapa, la capacidad de trasnochar muchísimo, las botas camperas que estrené el día que conocí a Federico en la cafetería California 21, las tiendas de barrio de cerca de mi casa como "La Flor de la Guindalera", el Club Santiago, los taxis negros, Comillas tal como era, los puestos navideños en la calle de Torrijos, cambiar sellos con Imelda, la emoción de leer algunos libros por primera vez, el doblaje antiguo de "Hatari", el quiosco de la horchata de la Cuesta de Santa Bárbara, el Parque Moroso y ver pasar los trenes desde el bar "La Roceña", el Rancho Criollo, tomarse una leche merengada en “La Suiza” con Jorgito para inaugurar el verano sin remordimiento por lo que engorda, la gasolinera de Puerta de Hierro, el patio de taxis de la estación de Atocha, la casa de Pinto de los Morales, los cines de barrio, el Chueca, el Marvi, el Fantasio, el Bahía; la churrería de la calle Méjico, la muñeca Mariquita Pérez, los guardias urbanos con casco blanco y uniforme azul, los guardas del Retiro, el templete del Metro de la Red de San Luis, la librería Aguilar de la calle de Serrano esquina a Jorge Juan, los paseos interminables con Araceli, la buhardilla de Pura y Luis Carlos, las partidas de canasta oyendo a los Fronterizos, la sangría del día de Santa Ana, los fuegos de campamento con las guías, el olor a aligustre del jardín del colegio, las tortillas de patata de El Latigazo, las discusiones bizantinas entre Carlos y Ángel después del ensayo en las tardes de los sábados, las Semanas Santas en Gandía, los fines de año en Humanes, ir a buscar a las niñas al colegio, el tren de las siete de la mañana para ir a caminar por la sierra, la Semana Grande con Eliseo y Concha, la emoción de preparar la mochila antes de un campamento, el olor del alcanfor que ponía mi madre entre las mantas (¡nunca naftalina!), los cines de sesión continua, el café con leche de mi casa, aquellas sandalias verdes de ante que estrené en la boda de Luis, una tarde en la ría de Carasa viendo la puesta de sol con Rosa y Tato, la lluvia en Aranjuez cuando íbamos a pasar el día con los Barrera, la cocina de Pilita, ir cantando en el coche con Javier y Billy, jugar a los barquitos con mis primos en Villa Almina, los helados de Arnoldo en San Sebastián, La Muela de Fuenterrabía; en fin, cosas menudas. Y otras más serias: sobre todo, personas; demasiadas personas.

Así que aprovechad que es verano, Carpe diem, y perdonad el tono tristón.




20 comentarios:

Maria dijo...

Carpe Diem amiga, Carpe Diem. Parece que hemos compartido bastantes cosas y eso que no nos conocemos. Añadiría alguna más, no muchas, como los perritos calientes de General Mola/Principe de Vergara?, ya no recuerdo el nombre del sitio je je, ¿tomate o mostaza? La horchata o el agua de cebada de los kioskos de Juan Bravo, jugar a los bolos en la bolera del Carlos III, las tardes en el parque del Retiro con los amigos, los aperitivos de morcilla de algunos domingos en El Escorial o el picoteo en la Cuesta de las perdices, La piscina Stella en Arturo Soria, en fin... leí el otro día que cuando la memoria empieza a fallar vienen los recuerdos del pasado pero ¡¡¡a mi no me falla la memoria!!! lo juro por Arturo, pero menudo paseo por la Avenida de la Nostalgia.

Cigarra dijo...

Galatea, si señora. Ese local aún va resistiendo, y en las navidades pasadas, sin ir mas lejos, me he tomado allí unos perritos, con una de mis hijas, que en mitad de las compras navideñas les entra el mono de un perrito de Galatea. Con las dos cosas, mostaza y tomate. El agua de cebada ya no se encuentra en ningún sitio, y no sé si Sakuskiya, enfrente de la clinica de San Camilo, seguirá sirviendo horchata, pero el precio será astronómico, tal como están las terrazas en todo Madrid. En la Cuesta de las Perdices, el sitio era La Pérgola, donde jugábamos a las cartas. Y la piscina Stella no la conocí, pero alguna otra parecida si. Como decía la canción, "lindo poderlo contar"

Miroslav Panciutti dijo...

Así que el verano es también tiempo de morriñas y no sólo las navidades? En fin, es lindo, en efecto, poder contarlas y evocarlas, aunque sea con un puntito tristón, siempre que no caigamos en el refocileo morboso. Al cabo, la vida no nos quita nada, porque nunca fue nuestro, estamos siempre de prestado, hasta nuestro tiempo, lo único que somos, no es nuestro. Un beso

spes dijo...

Sí, es cierto que todo eso se va y cuando lo recuerdas de golpe da hasta angustia pero la Vida hace que mientras se van perdiendo sea algo tan suave que no nos vayamos dando cuenta porque estemos centrados en otras cosas. Como cuando te vas dejando de ver con las amigas del cole...

Creo que era Epicuro el que decía que la vida no es que sea demasiado corta sino que está muy desaprovechada.
Y unido al Carpe Diem, yo pondría "Nulle die sine linea". Sí, haz muchas cosas al día "coge el día" literalmente, pero luego nos lo cuentas por escrito ;)

Anónimo dijo...

Hola Pepa ,
gracias por mencionar a mis padres .
Cuando queráis nos vamos a Gandía a tomar una horchata y a emular aquéllas Semanas Santas .
Cada sábado en Humanes es casi una Semana Grande y empezamos a retomar las fiestas al estilo fin de año .
El próximo día te enseño mi Mariquita Pérez...
Por desgracia lo de las personas es lo peor e irremediable , pero también empezamos a tener personitas nuevas que ,si bien nunca remplazarán ni nos harán olvidar a las que se han ido ,nos harán compartir muchos gratos recuerdos ,si Dios quiere ,dentro de muchos años .
Ojala dentro de otras tres décadas puedas recordar aquéllas presentaciones de los nietos de la polipanda en Humanes y muchas pequeñas cosas de las que afortunadamente seguimos disfrutando juntos .
Soy de la opinión de que esas "cosas que te quita la vida" no te las quita realmente si no las olvidas , pues pienso que tenerlas en los recuerdos es de alguna manera mantenerlas vivas .
Un besito
Ale

Cigarra dijo...

Cuánta verdad, Miroslav, en esa frase: "hasta nuestro tiempo, lo único que somos, no es nuestro". Procuraré no caer en el refocileo morboso, como bien dices.

Vegaspes, lo cierto es que los momentos que se recuerdan con nostalgia, pero sin remordimiento, son aquellos en los que tuvimos conciencia de no estar desperdiciando nada, de estar viviendo a tope. Es grato pensar "que me quiten lo bailao"... pero a veces da pena pensar que se acabó la música y ya no estamos bailando.

Cigarra dijo...

Alejandrita, coraçao, qué gusto verte por aquí. Gracias por tu comentario tan cariñoso. Si no he mencionado más a Humanes es porque, gracias a Dios, es algo que la vida no me ha quitado, sino que sigue estando ahí gracias a vuestra maravillosa capacidad para compartir, acoger y hecer sentirse bien a tanta gente. Algún día escribiré el homenaje que os mereceis, aunque es dificil poner por escrito tantos buenos ratos, tanta paz, tantas risas, tanta compañía y ayuda cuando hace falta, no hay palabras para expresar todo eso.
Y es cierto lo que dices: hay personas y momentos que nunca se perderán porque estarán siempre en la parte mas grata de nuestra memoria. Un millón de besos, y a tu mami también si lee esto.

Anónimo dijo...

El verano es el campeón de las nostalgias, pero Cigarra no hay nada de morbo en recordar. Yo también recuerdo el Club Santiago, y aún más la vaquería de la calle Méjico. La pipera del carrito azul, los polos de hielo a la salida del cole,las sesiones dobles en el Colegio Maravillas, aquellos veranos que duraban una eternidad, casi hasta octubre, la pandilla.
Como no he tenido pueblo, los veraneos son mi referencia, así que tengo una colección de pueblos tan exhaustiva que no es posible citar aquí.
No hay pena, porque yo también creo que no perdí nada de todo aquello, lo viví y ha quedado para siempre formando parte de lo que soy.
Besos

Anónimo dijo...

Mami, no te me pongas nostálgica que en seguidita voy para allá. Que lo de pasar las vacaciones juntos no sea otra cosa a echar de menos, porque después de 8 años cada uno por su lado tenía toda la pinta.
Por otra parte menos mal que ya no bebemos horchata ni comemos leche merengada y perritos calientes porque no me quiero ni imaginar el tamaño de nuestros culos si fuera cosa habitual.

La Uge dijo...

Se te ha olvidado la vaquería (con vacas que daban leche que la gente compraba) en Diego de León, cerca de Serrano.

Lo que te perdiste fue un día de frío loco que tu hermana y yo entramos en "Marín" y pedimos dos cañas calentitas. El camarero calentó los vasos en la cafetera y nos puso las cañas.

Maria dijo...

A propósito de vaquerías en Madrid he encontrado esta foto en la que presumen de tener un "establo higiénico" y que al parecer existe todavía

Cigarra dijo...

Es verdad, ArsVocis, la vaquería de Cartagena esquina a Mejico, que olía a rayos y estaba llena de moscas ¿cómo vivirían los vecinos encima de "eso"?

Currita, ya estoy contando las horas para el jueves. Y lo de que no bebemos horchata ni tomamos perritos calientes... ¿tú de qué te crees que tengo el culo como lo tengo? y eso que me contengo con la leche merengada

La Uge, lo de la cerveza en vasos calentitos me ha dado un horror! Es que vosotras con tal de llamar la atención no sabiais que inventar. Y la vaquería de Dº de Leon creo que era la "del Reloj" y estaba en la esquina de Lagasca o Claudio Coello.

María, preciosa la foto de la vaquería. Los abuelos de mi marido regentaron una vaquería en pleno barrio de Salamanca, antes de la guerra (y creo que algunos años después también) Los tíos contaban anécdotas muy divertidas, como cuando se escaparon las vacas por la calle de Lagasca, rumbo al Retiro. Tengo alguna foto preciosa de la lechería donde despachaban, con mesitas de marmol y tiestos de aspidistras. Bueno, digo que cómo vivirían los de la calle Méjico, y los tíos de mi marido vivían encima de la vaquería tan felices. La tendrían más limpia, digo yo.

Anónimo dijo...

Jo Alejandrita, qué vergüenza, yo en el curro y con el moco colgando que me he emocionado con tu post. Se van a pensar que estoy mal de la cabeza porque paso de la risa al llanto en un abrir y cerrar de ojos con este blog de mi masmas.

Esto de la nostalgia veraniega está muy bien, recordando la infancia de días eternos sin parar de jugar ya fuera en la playa o buenamente en Madrid con el Lego, cuando de repente oías una tarde a tus padres "¡¡El lunes al cole!!" ¿¿¿Comoooo?? En esos años de tierna edad en los que no sabía ni lo que era un calendario ni leer el reloj, ojiplática quedábame pensando que se acababa lo bueno y encima sin preparación. Recuerdo un año concreto, sentada en el escalón de la terraza de mi abuela, que a puntito estuve de tirarme los seis pisos todos para abajo. Todavía conservo el trauma.

Desde aquel año me propuse pasármelo cada vez mejor. Verdad es que con el paso del tiempo las vacaciones que nos quedan cada vez son más cortas (a lo que hay que añadir esa maravillosa percepción de que el tiempo pasa a velocidades supersónicas que dan los años) también dice el refranero español que lo bueno si breve, dos veces bueno ¿no?. Yo de momento voy consiguiendo que cada veraneo sea mejor que el anterior. Bueno, este año cambio la isla griega con millonario rubio por Benidorm con mis padres.... Pufff, me voy a hacer yoga que ya me ha dado el agobio.

Cigarra dijo...

¿Se puede saber qué es lo que tienen de menos tus padres comparados con un millonario griego? (aparte de los millones, que son secundarios, claro)

Anónimo dijo...

¿Es una pregunta retórica o me vas a hacer contestarla? Lo digo por no quedar mal....

Anónimo dijo...

Para que no me rompas una pierna cuando lleguemos a casa, te diré que estas vacaciones no vas a echar nada de menos. Os saltaremos en la barriga a las 8 de la mañana para bajar a la playa, os arrastraremos por la orilla para jugar a las palas, nos meteremos en vuestra cama para dormir la siesta y cuando os quedeis fritos nos iremos a la cocina a comer plátanos con chocolate, durante los paseos que nos demos nos pararemos cada 5 metros para decir gimoteando "TENGO TIELAAAA" (grito de guerra de cuando se nos metía alguna china diminuta en el zapato), y por supuesto te recordaremos varias veces que te tomes la pastilla.
También se me ocurren los heladitos almendrados después de cenar, coger cangregillos por las rocas y abalanzarnos sobre cualquier tiovivo que veamos en la lejanía dando alaridos de júbilo.
Después del veraneo tan bueno que nos vamos a pegar, no te va a volver la nostalgia, ya verás. Lo mismo hasta acabas renegando de nosotras y vuelves encantada a las vacaciones de relax con el Papi. Ahora, ¡¡¡lo que nos vamos a reir!!!

María la Delsa dijo...

... ¿Y las barritas de regaliz duro, o el cordón de regaliz anisado (enrollado como un cordón de zapato, con una banda de papel), los “sazis” y las castañas pilongas que nos comprábamos en el kiosco de al lado del colegio cuando teníamos una hermosa peseta a nuestra disposición?
¿Y dónde está la pipera que se ponía en la puerta del Retiro con un barrilillo de jugar a los dados como medidor para los diez céntimos de pipas?.
¡Qué bueno haberlo vivido, para poderlo contar...! (como dice
el poeta). Sí que estamos un poco nostálgicas...

Unknown dijo...

Efectivamente, la vida nos va quitando muchas cosas y llega un momento que nos ponemos a recapacitar sobre lo que hemos vivido y experimentado. Entonces empezamos a recordar tantos lugares, situaciones, momentos, acciones, vivencias que la lista de lo se nos ha ido o hemos dejado atrás se hace interminbable. Por no hablar de las personas...
En tu caso veo que has dejado muchas cosas diversas en diferentes lugares, algunos de ellos se me hacen familiares. Como cuando mencionas La Muela de Fuenterrabía, que yo conocí desde niña; hasta que desapareció porque la tiraron para remodelar urbanisticamaente la zona. Ahora, curiosamente, el lugar lo nombran como si fuese un topónimo antiguo.
Al respecto, voy a permitirme pedirte un favor: ¿podrías contarme alguna anécdota sobre La Muela, enviarme fotos y/o decirme (si lo sabes) cuando se inauguró y cuando la derribaron? El motivo de esta petición es que estoy recopilando datos sobre lugares desaparecidos de La Marina de Fuenterrabía y sobre La Muela casi no he podido encontrar nada.
Saludos.

Cigarra dijo...

Hola Guadalupe, bienvenida. Estoy buscando entre mis fotos antiguas, que creo que tengo alguna de La Muela, tal como era. Escríbeme a pepafede@yahoo.es para ponernos en contacto, porque he intentado entrar en tu perfil pero no me deja acceder. Me encantará colaborar en cualquier cosa que se relacione con la historia de Fuenterrabía de donde guardo muy buenos recuerdos. Hasta la vista.

Anónimo dijo...

Hola Cigarra, he llegado de rebote a tu blog mientras realizaba búsquedas por Internet y creo que he tenido mucha suerte. Estoy realizando una tesis doctoral sobre la historia de Madrid en los siglos XIX y XX y estoy muy interesado en el mundo de las vaquerías. Me encantaría hablar sobre ello contigo y, además, por las señas que has dado, creo que puedo proporcionarte alguna información sobre la vaquería y los familiares de su marido. No sé si leerá esta entrada o no. Eso espero. Pos si acaso lo hace, mi dirección de correo es carballobarral@gmail.com, por si quisiera contactar conmigo. Muchas gracias y enhorabuena por su blog.