viernes, 18 de julio de 2008

El Buen Samaritano versión S. XXI




Otra forma de contar la parábola del buen samaritano
Esteban Tabares

Somos Iglesia Andalucía


En esto se levantó el opulento Primer Mundo y le preguntó para ponerlo a prueba: Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna? Él le dijo:¿Qué es lo que está escrito en vuestros libros sagrados? ¿Qué es lo que dicen vuestros líderes religiosos? El Primer Mundo contestó:“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente. Y a tu prójimo como a ti mismo”. Él le dijo:Bien contestado. Haz eso y tendrás vida. Pero el Primer mundo, queriendo justificarse, preguntó a Jesús:¿Y quién es mi prójimo? Jesús le contestó:


En una ocasión, 51 inmigrantes que huían de las guerras, el saqueo y las hambrunas de sus pueblos, navegaban a la deriva en aguas internacionales entre Libia y Malta. Iban en un frágil cayuco, sedientos y medio muertos. Aquella situación la vimos todos por televisión. Pero lo gobiernos de los países mediterráneos, muy ocupados en el conflicto entre israelíes y palestinos, dieron un rodeo encogiéndose de hombros.
Lo mismo hicieron los países de la Unión Europea, muy preocupados en enviar material de guerra a Irak y Afganistán y en cómo controlar el precio del petróleo y aumentar los beneficios bancarios. Lo mismo hicieron los católicos, dieron un rodeo y pasaron de largo, pues estaban muy preocupados por el aumento de la indiferencia religiosa y el laicismo y la enseñanza de la religión en las escuelas. Incluso el mismo Estado Vaticano no se atrevió a tomar la iniciativa de abrir sus puertas y acoger en sus lujosos aposentos tanta desesperanza.


Sin embargo, un pesquero español, el “Francisco y Catalina”, que estaba faenando por aquellas aguas para ganarse el pan de cada día, vio el cayuco, a la tripulación se le conmovieron las entrañas, y los rescataron. “No somos héroes, somos marineros, pero lo volveríamos a hacer, sin ninguna duda”, dijeron al ser preguntados por los periodistas que querían convertir la compasión en espectáculo. Los subieron a cubierta, les vendaron las heridas y compartieron con ellos agua y comida. Y apretujados aguantaron, entre el estupor y la indignación, la negativa de las autoridades de Malta al desembarco en sus costas. Cada día que pasaba ponían de su bolsillo los 6.000 euros de su jornada laboral… ¿Qué te parece? ¿Quién de todos ellos se hizo prójimo de aquellos náufragos inmigrantes africanos?…
El Primer Mundo contestó: Los que tuvieron compasión de ellos. Jesús le dijo: Pues
anda y haz tú lo mismo.

9 comentarios:

Marcelo dijo...

Increíble histotia Cigarra...los hombres no aprendemos más...el miércoles te dejé un homenaje en mi blog, no sé si lo has visto
Un saludo!

Maria dijo...

No hay forma, no somos capaces de empatizar y sentir compasión a menos que tengamos a los cuatro jinetes del apocalipsis pateandonos las narices, y ni aún así ¡Es triste!

Cigarra dijo...

Marcelo, vengo de ver tu blog, mil gracias por acordarte de mi. Es una idea preciosa... que me apetece mucho copiarte, y tal vez lo haga. Un abrazo.

María, es impresionante que la humanidad aprenda tan despacio en algunas cosas con lo deprisa que va en otras. Por eso las parábolas del Evangelio, como esta, siguen estando vigentes. Pero no hay manera, como tu dices.

Marcelo dijo...

Lo hice con mucho gusto Cigarra. Y puedes copiar tranquila. La historia tuya que escogí, fue la que me hizo enamorarme de tu blog. Es sencillamente magnífica, tanto en la presentación del asunto contigo emocionada, la respuesta de tu hija, y la comparación con Miguelito, son simplemente brillantes.
Un saludo

Erlo dijo...

Esta historia sí hace pensar más de lo que hemos pensado ya al respecto. ¿Y qué podemos hacer? No lo sé.- Lo único que me ocurre, acordándome de que en mi país durante una época los judíos tuvieron que llevar en la calle estrellas pegadas a su ropa para hacerles reconocibles como tales (sabemos lo que les ocuurió después), es que en los aeropuertos en el control de pasaportes me pongo en la cola de los ciudadanos no-procedentes de la Unión Europea.

Lansky dijo...

Lo peor, para mí, es que ese egoismo ante el inmigrante es desmemoriado y es absurdo.

Desmemoriado, porque todos hemos sido, somos o seremos inmigrantes, en este país hace pocas décadas, y en la historia de la humanidad, que es la de las migraciones, precisamente desde África hace 150.000 años. Y absurda, porque está demostrado echando cuentas que los inmigrantes aportan más de lo que reciben, al revés que los turistas, que sin embargo son visitantes mucho mejor vistos.

Cigarra dijo...

Hola Erlo: es una idea bien bonita de solidaridad con los extra-comunitarios, pero seguramente lo único que conseguiríamos es que el funcionario de turno nos mirase como a tontos y nos hiciese cambiar de cola.

Si Lansky; hace tiempo leí no sé dónde (¡esta cabeza!) que si Europa tuviera que pagar en plata los intereses correspondientes a las riquezas extraídas solamente de América del Sur en los ultimos quinientos años, el montón sería más alto que el Himalaya y cubriría por completo la superficie europea, desbordandose por el Mediterraneo y el Atlántico. Pero nos cuesta dar el
0'7 y les cobramos los intereses de la deuda externa. Luego, cuando vienen aquí a cuidar a los viejos que no quermos aguantar en casa, les llamamos "panchitos" y les miramos por encima del hombro.

CarmenS dijo...

Menos mal que entre tantos ciegos, sordos y tuertos ante el peligro ajeno, hay quienes arriesgan su propia estabilidad y confort para evitar que otras personas padezcan o sucumban. No, no fueron los doctrinarios de Roma ni los opulentos gobernantes de Europa o del G8 (esos que degustan 13 platos durante las reuniones para hablar del hambre en el mundo). Fueron unos simples pescadores. ¡Qué buena parábola!

spes dijo...

Qué cierto. Quizá santo Tomás tenía razón y de verdad tenemos ansias de Justicia en nuestro propio ser y por eso actuamos así, a veces sin motivo "aparente".

El papel de la Iglesia en la fábula... Tristemnte esperable.