lunes, 2 de abril de 2007

Algunas puntualizaciones

Aunque sea ponerme muy pesada quiero matizar algunas cuestiones que aparecen en el comentario que ha dejado Francisca en mi post anterior:

- Seguramente por la imposición del canon no disminuirá el número de personas que frecuentan las bibliotecas en España, ya que desde el primer momento fue evidente para todos que pretender repercutir el canon directamente sobre los lectores era tal disparate que se descartó esa posibilidad desde muy pronto. Lo que se temió, justificadamente, es que ese dinero se sacase de los mermadísimos presupuestos de las bibliotecas españolas, menguando aún mas sus posibilidades de crecimiento. Si la mitad del presupuesto de la biblioteca se va en pagar por los préstamos que hace ¿cómo aumenta sus fondos? ¿quien sale perjudicado con esa merma? El usuario, que ya ha pagado con sus impuestos la instalación y funcionamiento de la biblioteca, vuelve a pagar por llevarse en préstamo un libro, que ya pagó para que se comprara.
Entonces, como solución brillante se arbitra que el canon lo pague la Administración (o sea, de una forma u otra, sigue siendo el ciudadano el que paga) ¿Y quién lo cobra? Las entidades gestoras de derechos, o sea, entidades privadas como la SGAE y CEDRO. Así llegamos a la situación aberrante, contraria a cualquier doctrina fiscal razonable, según la cual, en lugar de ser la Administración la que recauda un dinero mediante impuestos a las entidades privadas para disfrute de todos los ciudadanos, son las entidades privadas las que cobran dinero (un dinero que es un impuesto encubierto, aunque le llamen canon) a la Administración para repartirlo entre sus asociados sin ninguna transparencia ni ningun control. Ya le dijo el otro día el representante de CEDRO a un amigo mío, que no se quejara, que siendo autor, podía llegar a cobrar ¡60 euros ANUALES! del canon que cobra CEDRO por las fotocopias. Con eso no cabe duda de que los autores van a poder vivir holgadamente del fruto de sus obras. ¿Dónde va a parar el dinero que recaudan? ¿quién se lleva la parte del león?

- Dice Francisca "Los puestos de trabajo de los bibliotecarios están en juego." No se trata de eso, no es por ponernos lazos de altruismo, pero no nos preocupan nuestros puestos de trabajo. Si hemos hecho una oposición y somos funcionarios no es fácil que nos veamos en la calle de un día para otro. Lo que nos preocupa es que, en un país donde el 52% de la población reconoce que no lee nunca un libro (ni piensa leerlo) se machaque a las instituciones que vienen haciendo el mayor esfuerzo en favor de la cultura y la difusión de la lectura. No es como cree Francisca que las bibliotecas hayan reaccionado ahora creando Clubs de Lectura, o cuentacuentos, o toda clase de actividades de animación a la cultura, es que vienen haciéndolo hace muchas décadas, desde mucho antes de que se cerniese sobre ellas la amenaza de ningún canon. Porque esa es su vocación, su misión y su razón de ser. Una biblioteca no es nada si no tiene lectores. Y por desgracia en España se lee muy poco y se fomenta muy poco la lectura. Nos dicen que los países mas cultos de Europa tienen impuesto el canon hace mucho y eso no ha perjudicado a sus bibliotecas. Se olvidan de que esos países, con los Escandinavos a la cabeza, son países en los que se barajan estas cifras:

Dinamarca (14 préstamos habitante en 1998),
Suecia (9 préstamos),
Noruega, Finlandia (19’5 préstamos)
España (0,5 préstamos por habitante)

Es decir, que son países con muchas bibliotecas, muy bien atendidas y financiadas y con un gran arraigo y uso entre la población. Hay una cultura de intenso uso de las bibliotecas. Todo lo contrario que en España, en donde, de ese 48% de población que lee de vez en cuando, es sólo una pequeñísima minoría la que es usuaria de las bibliotecas. Lo que están necesitando éstas es que les pongan las cosas aún mas difíciles.

Y para terminar pongo aquí algunas opiniones vertidas por bibliotecarios en nuestras comunicaciones por correo: Carolina del Olmo da algunos datos:


España es, creo (aunque mis datos no está muy actualizados), el cuarto país de Europa en producción editorial y el sexto mundial. En 2002, el mercado del libro español, dominado por grandes grupos editoriales, facturó en su conjunto 2.674 millones de euros, casi un 0,5% del PIB. Y, sin embargo, uno de los aspectos más sorprendentes del sector editorial es que es uno de los más subvencionados con fondos públicos del mundo. (el año 2006 la industria editorial española recibió subvenciones por valor de 16 millones de euros) O sea, lo que está feo, feo, es recibir pasta a espuertas y a la vez, exigirla de esta manera.

Por último, es fundamental tener en cuenta que en España la presión para implantar el canon viene de CEDRO, entidad cuya misión, en teoría, consiste en “mejorar en España las condiciones de trabajo de los creadores de la cultura escrita y facilitar a los ciudadanos el acceso legal a libros”. Ahora bien, cuando uno echa un vistazo al organigrama de CEDRO, la cosa se complica: el actual presidente de CEDRO, Josep M. Puig de la Bellacasa (de Multimedia Ediciones, grupo Planeta), es en estos momentos vocal de la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE) y era hasta hace bien poco el vicepresidente 2º de esta misma entidad y presidente del Gremio de Editores de Cataluña. El vicepresidente 2º de CEDRO, Antonio Roche (editorial Biblioteca Nueva), era todavía en 2003 vicepresidente 1º de la FGEE. El actual vicepresidente 3º de la FGEE, Javier Gogeascoechea (Desclée de Brouwer), es vocal de CEDRO y presidente del Gremio de Editores de Euskadi. Fermín Vargas (Alianza Editorial) es tesorero de la FGEE y vocal de CEDRO…
En definitiva, es como si el director de una empresa, disfrazado de sindicalista, pidiera ayuda a las administraciones públicas para mejorar las condiciones de vida de sus empleados (a los que no le da la gana de subirles el sueldo) y, de paso, se
ofreciera él mismo para gestionar esas ayudas económicas… ¡qué miedo!

Otro bibliotecario, Isaac Carrascal, desde Holanda nos cuenta:

Desde hace un tiempo resido en Holanda. Hace unos meses, por razones personales, me mudé del extremo Este a la zona Oeste. En ese momento mi capacidad económica no era exactamente sólida (vaya eufemismo) por lo que, puesto que me gusta leer, me fui a la biblioteca pública mas cercana. Pero menuda sorpresa cuando me pidieron cerca de 15 Euros para una suscripción trimestral excluyendo, por supuesto, los posteriores pagos por cada documento prestado. Resultado: soy bibliotecario y resulta que no tengo ni el carné de la biblioteca pública...

Y no se por que me viene a la mente aquellas palabras de Martin Niemöller "primero vinieron a por los comunistas, y yo no hablé por que no era comunista..."

Así, que vayamos preparándonos... Por ahora no va a repercutir el canon sobre los usuarios, más adelante ¿chi lo sa?...

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