jueves, 29 de marzo de 2007

Lo que hay detrás de tanto canon

Con el permiso de su autor, Pedro López López, voy a poner aquí un mensaje que ha enviado hoy a una lista de correo entre bibliotecarios, donde como es lógico, seguimos dando vueltas al tema de los cánones; sobre todo al que mas nos atañe, al canon que va a gravar los préstamos en las bibliotecas con una cantidad que parece pequeña, 0,20 cm por cada préstamo. Pero al margen de la suma resultante, que multiplicada por ejemplares y bibliotecas no es nada desdeñable, como dice la sabiduría popular "No es por el huevo, es por el Fuero". Y no olvidamos tampoco el otro canon, el digital que se abona por material virgen, y que no lo olviden, estamos pagando ya, desde hace cuatro años, al comprar CDs y DVDs vírgenes.
Hay muchas reflexiones que hacer en torno a estos dos cobros, uno porque nos considera a todos culpables antes de que se pruebe tal cosa, y nos multa preventivamente, que eso es el canon digital; otro, porque va a terminar saliendo de las arcas de la Administración rumbo a las de las entidades privadas, como SGAE y CEDRO, dando lugar al más esperpéntico de los disparates: que una entidad privada recaude un impuesto, y que quien pague sea la Administración, o sea todos los ciudadanos INCLUIDOS LOS QUE NUNCA USAN LAS BIBLIOTECAS ¡¡¡¡!!!!

Paso a copiar el texto de Pedro López López, que no tiene desperdicio:

"... yo creo que estamos en un debate fundamental, tanto para las bibliotecas como para los servicios públicos y que no debemos perder de vista que la filosofía de los servicios públicos es una y la del comercio es otra. El problema es que la esfera del comercio intenta someter y estrangular a la esfera pública.

Creo que hay que remontarse al origen de los servicios públicos. Por parte del sistema capitalista se reconoce desde muy temprano que el mercado genera grandes desigualdades. Eso creo que sigue siendo una realidad innegable en nuestros días. Durante el siglo XIX el movimiento obrero tiene una enorme fuerza y en 1917, como todos sabemos, surge la revolución soviética. Entonces, el propio capitalismo ve en peligro su supervivencia, habida cuenta de la fuerza del movimiento obrero que en lo que piensa es en hacer una revolución que sustituya el sistema capitalista por el socialista. La reacción desde el sistema capitalista es ver cómo pueden atenuarse las desigualdades para que la gente no esté tan desesperada como para pensar en hacer la revolución. Por eso se fortalecen los servicios públicos, pensados para cubrir las necesidades más apremiantes de las clases desfavorecidas. La vía para sufragar esos servicios no puede ser otra que los impuestos. De manera que los servicios públicos, que pagamos entre todos, y por tanto tenemos derecho a ellos, están concebidos para atender a una serie de
derechos fundamentales que aseguran una vida digna a todos los ciudadanos, sea
cual sea su extracción social.

La esfera del comercio ha quedado al margen de este sistema, ideando productos y servicios que aporten algún valor añadido. Si tenemos una red de transportes públicos, lo que aportan los transportes privados se supone que es una mayor rapidez y mejores condiciones (puede ser simplemente lujo). Se supone que me desplazo mejor y más rápido en un taxi que en un autobús (es la lógica del sistema), y por eso las compañías privadas ofrecen este servicio; pero eso no debe llevar a cuestionar el sistema público con el argumento de que el sistema público "hace la competencia". La competencia debe ser entre empresas, exclusivamente. Pero esto se ha pervertido y ahora se dice que los servicios públicos hacen la competencia. Con este argumento nos cargamos los servicios públicos, porque los gobiernos no podrán diseñar ninguna política pública.

Si habéis visto el programa de anoche con Zapatero respondiendo preguntas a los ciudadanos, veréis que muchos reclaman al Estado que solucione problemas de vivienda, de trabajo, de prestaciones sanitarias, etc. Pero ningún gobierno puede asegurar nada si los ciudadanos (y los gobiernos también) seguimos dejando que las empresas se apropien de los espacios que hasta ahora están reservados a la acción de los poderes públicos. No tendremos a quién reclamar cuando falten pensiones, viviendas, prestaciones sanitarias o bibliotecas. Si las empresas se apropian de todos los espacios, no podremos exigir que las necesidades sociales sean cubiertas, porque la misión de la empresa es ganar dinero, no cubrir las necesidades de los ciudadanos. Si seguimos con esta dinámica, lo lógico es que no haya partidos políticos ni espacios ciudadanos, sino que gobiernen directamente las empresas; ya lo hacen en gran medida en la trastienda, pero ¿para qué vamos a seguir con el paripé de los partidos políticos? La cuestión es si el paraíso que nos ofrecen en la publicidad es creíble. Ahí están tantos escándalos de empresas y empresarios "modélicos" que han vendido humo que hemos pagado luego muy caro. Con frecuencia se habla de la corrupción de poderes políticos, pero no hay que olvidar que quien corrompe a los políticos son poderes privados.

Los servicios públicos han quedado fuera del mercado, y representan como la mitad del PIB en Europa. Lo que pretenden las empresas es integrar esta mitad del PIB europeo en el mercado (operación también válida para todo el planeta, naturalmente), y esta es la ofensiva que estamos sufriendo. Y esto incumbe también a las bibliotecas, que ya están consideradas como "servicios culturales" en el Acuerdo General del Comercio de Servicios. Se pretende que sean otro negocio más. Y el acoso a ellas irá en aumento con el argumento de que hacen la competencia a empresas que se dedican a vender libros o materiales audiovisuales o acceso a Internet. Por eso cuando hace años se produjo la liberalización de las telecomunicaciones no era, como decía la propaganda, para prepararnos para la sociedad de la información; era para privatizar las telecomunicaciones, sencillamente. El discurso tecnológico no es más que una pantalla para encubrir que en realidad de lo que se trata es de que servicios que teníamos asegurados por los poderes públicos financiados con los impuestos, cada vez van a pasar más a ser ofrecidos a los clientes según su nivel adquisitivo. De manera que no es que la esfera pública esté invadiendo la privada, sino al contrario. Los ciudadanos tienen derecho a elegir el destino de sus impuestos, cuyo destino lógico es el de una buena red de servicios públicos.

Si sigue esta acusación de "competencia desleal" hacia los poderes públicos, creo que las empresas deberían, por un mínimo de decencia, renunciar a cualquier ayuda pública. Esto afecta editoriales o a colegios concertados. El que quiera un servicio privado, está en su derecho, pero que se lo pague íntegramente. Me hace mucha gracia la acusación que se hace a los que defendemos los servicios públicos de que queremos que nos proteja "papá Estado", pero a quien protege más "papá Estado" es a las empresas cuando les va mal, con desfalcos y con operaciones desastrosas que luego obligan a reflotar empresas inyectando dinero público sacado de nuestros impuestos. Me parece muy bien que compitan las empresas, pero que no nos obliguen a competir a todos las veinticuatro horas del día. Creo que la cultura y la información, nuestras materias primas de trabajo, conjugan mejor con el verbo compartir que con el verbo competir.

Saludos cordiales

Pedro López López "

Añado dos noticias que vienen a cuento:

http://www.laflecha.net/canales/wireless/200405061/

http://www.elmundo.es/navegante/2004/04/16/esociedad/1082104260.html


¿Por qué los cambios suelen ser para peor?

Dirán ustedes que soy pesimista, y nada más lejos de mi intención que sembrar esa idea. Pero es que la cruda realidad se encarga una vez y otra de sacarle la lengua a nuestro optimismo.
Por ejemplo, ¿se acuerdan de mis lamentaciones por aquel locutor de Radio Clásica que decía los nombres tan bajito que nadie se enteraba? Pues lo han cambiado. Ahora hay una chica que para decir "andante maestoso" dice "andante maestroso". Debe pensar que viene de "maestro". Y el plural de "concerto grosso" para ella es "concertos grossos" (¿no ve en la tapa del disco "Concerti Grossi"?). Y lo de los apellidos de los músicos es como para llorar. Ayer tuvo que decir Gershwin y supe de quién estaba hablando porque la obra anunciada era "Un americano en París", porque cuatro veces lo dijo y cada vez de una manera distinta, todas irreconocibles. Estoy temiendo que pongan la Sinfonía del Nuevo Mundo a ver qué hace con Dvorak.

Bueno, estoy un poco disolvente, pero es que he visto el panfleto que acompañaba al periódico, (¿quién paga esa publicidad?) ensalzando las maravillas de las reformas urbanísticas del Faraón de los Túneles, y se me han vuelto a poner las tripas negras. Además me han borrado el comentario que puse en ese famoso anuncio de qué pasaría si nunca pasase nada. Yo había escrito "¿Qué pasaría si Gallardón dejase de robar?" y como era con rotulador doméstico me lo han borrado. Voy a hacerme con un spray de pintura de coche...

miércoles, 28 de marzo de 2007

Quo usque tandem abutere, Gallardon, patientia nostra?

¿Lo ven? No se puede disfrutar tranquilamente de los aspectos plácidos de la realidad, como los que les comentaba en el post anterior, porque enseguida vienen los aspectos menos plácidos y nos meten un dedo en el ojo, para que no nos confiemos:


Va el Ayuntamiento como un padre amoroso y se gasta todo nuestro dinero y el que podamos tener en los próximos 40 años en hacer túneles a mansalva por aquí y por allá "ad maiorem Gallardoni gloriam" y los muy cerriles de los madrileños no los sabemos usar. ¡Si seremos brutos! ¡Pues no nos empeñamos en pasar por dentro de ellos! Si ya se sabe que los túneles son para que Gallardón salga en la foto de inaugurarlos, más que nada. Es que hay que ver cómo somos.
Así que, siempre velando por nuestros intereses, nos van a meter otra vez la mano en el bolsillo hasta el codo o mas adentro, a rebañar esos céntimos que se les escaparon en la última campaña de parquímetros, multas indiscriminadas y retenciones en nómina a los que no podemos ocultar nuestros ingresos como ellos, y van a publicar ¡dos millones! de guias informativas. ¿Y por qué no cuatro millones? Me parece fatal que pueda haber algún madrileño que se quede sin enterarse de cuándo y por qué no hay que usar los túneles, que luego se llenan y es una incomodidad.

Fíjense en la frasecita: "Una portavoz del Ayuntamiento dijo que se desconocía cuál será el coste económico de estas guías..." pero podía haber añadido perfectamente: "De lo que pueden estar seguros es de que las van a pagar ustedes, y de que algo se nos va a quedar entre las uñas, a los que hemos tenido la idea de publicarlas. Como de todo lo demás que venimos gastando de su dinero, por otra parte"
¿Y le volverán a votar?
Yo les aseguro que cada vez que alguien me dice eso de: "...pero está dejando Madrid precioso" me tengo que contener para no darle un puñetazo en las narices.
Si al presidente de mi comunidad de vecinos le diera por poner el pasamanos de oro, y forrar el ascensor de maderas nobles, y poner apliques de cristal de Bohemia para las luces, seguramente que dejaría la escalera preciosa, pero si lo hiciera con mi dinero y sin consultarme previamente, les aseguro que no volvería a ser presidente de mi comunidad. Porque le tiraría por el hueco de la escalera seguramente. Lástima que no pueda hacer lo mismo con nuestro amado edil.
He dicho.

De todo un poco

Llevo unos cuantos días ausente, pero es que la vida que llevamos obliga a mantener tantos frentes abiertos, que no se da abasto, la verdad.

De manera que ha venido la primavera, y no lo hemos conmemorado como se merecía, y mas teniendo en cuenta que ha venido del mejor modo posible: dos compañeros de trabajo muy queridos, han sido padres, cada cual a su modo. H. tuvo felizmente el tercero de sus hijos, que ha sido niño, después de dos niñas preciosas, y que ha recibido el nombre de Miguel. Enhorabuena a toda la familia.
Y tras una espera laboriosa, llena de incertidumbre e ilusión, A. ha podido ver y reunirse por fin con su niño ucraniano, un cosaquito rubio de dos añitos y medio, que va a conservar su nombre de Stefan unido al de Nicolás, un nombre de Zar, que le cuadra perfectamente. Otra tanda de enhorabuenas a los tres.

Luego el coro Accento, al que me precio en pertenecer, cantó efectivamente el concierto que les anunciaba hace unos días, en la iglesia del Cristo del Olivar, el pasado domingo 25. Un programa denso y fuerte, de música religiosa principalmente polifónica, y que salió muy bien. La iglesia estaba prácticamente llena y el público salió encantado. Pidieron un bis y repetimos el "Ave Maria" de T. L. de Victoria, que es ya como nuestra insignia. Las últimas obras del programa eran ya del S. XX, obras de Kodaly, Prieto y Bardoss, de gran dramatismo las tres. Hubo quien confesó que se había emocionado con el "Stabat Mater" de Kodaly, y a mi me pareció especialmente expresivo el "Eli, Eli" de Cydrigg Bardos. En cuanto sepa cómo se hace cuelgo aquí una grabación, para que juzguen ustedes mismos.

Hay mas temas, pero esos darán para otros posts, espero

jueves, 22 de marzo de 2007

Ventanas de Viena

En vista del éxito que han tenido las ventanas londinenses, y para que se vea que he viajado, ahora va una entrega de ventanas vienesas.

Empezaremos por una ventana con prosapia: en el Hoffburg, residencia imperial, ésta es una de las ventanas de las estancias privadas de la emperatriz Sissi. Como es uno de los personajes emblemáticos de la ciudad, se recuerda su presencia con una silueta recortada tras el cristal


Esta residencia no es tan ilustre, ni muestra ninguna silueta tras el cristal, pero la recomiendo vivamente. Se trata del Hotel Pertschy, donde me alojé, en la Habsburgergasse, a un pasito del Graben y de la Catedral. Un palacete delicioso, con un precio muy asequible




Una fachada cualquiera, detrás de la catedral.


Viena es una ciudad, sobre todo, barroca. Y el Barroco se deja sentir por todas partes.

















Pero de pronto surge una fantasía oriental con tintes bizantinos:





No solo las fachadas: también hay patios interiores con un derroche de ventanas, con plantas,

... o sin plantas:


Esta no es una ventana real, pero tiene un valor especial: el personaje que se asoma por ella es nada menos que Pilgram, el escultor del maravilloso púlpito debajo del cual se encuentra situada. Desde esta ventana lleva mas de cuatro siglos disfrutando del asombro de los turistas que contemplan su obra maestra.

Y para que se vea que Viena no ha quedado estancada en los siglos pasados, una muestra de la modernidad mas moderna: la Casa Haas, en el Graben, frente a la Catedral de San Esteban. Un contraste duro de asimilar, pero que demuestra que Viena sigue siendo una ciudad que vive al ritmo de los tiempos actuales.

Y para no cansaros, otro día seguiremos.

Otra manera de representar ópera

Si queréis ver algo realmente curioso pinchad en esta dirección:

http://www.dailymotion.com/video/xp7vr_verdi-traviata-choeur-bohemiens

¿no es gracioso?

Quizá de esta manera fuera mas fácil que me aficionara a la ópera

miércoles, 21 de marzo de 2007

Evento musical imprescindible


CORO ACCENTO

CONCIERTO DE SEMANA SANTA

Dirección: ALDO CANO

Día 25 de Marzo de 2007 a las 20,30 horas.
Iglesia Santo Cristo del Olivar
C/ Cañizares 4

PROGRAMA

Ave María . . . . . Tomás Luís de Victoria
Vere Languores . . . . . Tomás Luís de Victoria
Caligaverunt oculi mei . . . . . Tomás Luís de Victoria
Tenebrae factae sunt . . . . . Tomás Luís de Victoria
Alma Redemptoris . . . . . Giovanni P. Palestrina
Adoramus Te . . . . . Giovanni P. Palestrina
Super flumina Babylonis . . . . . Giovanni P. Palestrina
Ave María . . . . . Jacob Arcadelt
Si tus penas no pruebo . . . . . Francisco Guerrero
Peccantem me quotidie . . . . . Cristóbal de Morales
O Jesuchriste . . . . . Jacquet van Berchem
Stabat Mater . . . . . Zoltán Kodály
In monte Oliveti . . . . . José Ignacio Prieto
Eli, Eli . . . . . Cydrigg Bardos


(Luego no digan que no les avisé a tiempo, si se pierden uno de los acontecimientos musicales de la temporada)

(La entrada es gratis, como corresponde al ser en una iglesia)


martes, 13 de marzo de 2007

Ventanas inglesas

Cediendo a la sugerencia de Marta, y también porque me da mucha pena dejar el tema tan pronto, sigo un poquito con Londres, pero esta vez en plan gráfico, porque ya es conocida mi pasión por las ventanas, esos ojos con que nos miran las casas.



Empiezo con una ventana seria, en el edificio del Real Observatorio de Greenwich. Austera, como corresponde a un edificio científico. Afortunadamente no se ve que debajo está la taquilla y la venta de souvenirs.


El mirador es coqueto, pero si les digo que lo que tiene enfrente es Hyde Park, gana un montón de puntos. Está en Park Lane


No es una ventana, pero una puerta así no se podía dejar pasar. Grosvenor Square.


Junto a la Estación Victoria. Esas sombras de árboles invernales sugieren una solterona de novela de Agatha Christie tomando te tras los visillos, mientras espía a los vecinos.


Elegancia frente al Oratorio de Brompton. Cerca del Victoria&Albert Museum


Más austera, pero genuinamente inglesa

Frente a Harrods.

Y nos trasladamos a Oxford, que son palabras mayores. Mucho menos ladrillo, mucha más piedra, mucho más gótico







En Oxford no me ha chocado tanto, pero en Londres me resulta curioso el contraste en muchísimas fachadas entre los bajos comerciales, austeros, eficientes, incluso pobretones o sin mucho gusto, eminentemente prácticos y productivos, y la elevación de las fachadas, que de pronto estallan en volutas, gabletes, rosetones y molduras, como si, al ganar altura, la imaginación del arquitecto cediera a la fantasía. Quizá alguien sepa sacar paralelismo entre esa manera de entender la arquitectura y el caracter inglés. Yo ahora me tengo que ir a mis labores, así que vayan pensandolo con estos ejemplos













lunes, 12 de marzo de 2007

Ya soy madre otra vez

No, no se asusten, lectores míos, no es que me esté efervesciendo la paternidad como a D. Duarte, ni que me vaya a poner de parto, como Mr. Odd Librarian, es que tengo una niña de vuelta al redil hogareño, y según sus propias palabras estoy pesadísima, porque cada vez que me la cruzo por el pasillo le doy tres o cuatro besos. No se hace cargo la criatura, de que yo estaba inoperante como madre desde octubre, y los tres días de Navidad no dieron para nada.
Bueno, ya esta tarde hemos estado de ópticas (porque ha perdido las gafas en Londres, las nuevas ¡con lo que me costaron, y lo monas que eran!) y ya estoy poniendo lavadoras a tutiplén, así que, como dice mi amiga Palmira, que de esto sabe mucho: "Te pasas seis meses echándolos de menos, y a los cuatro días ya los echas de más". Yo todavía no la echo de más, ángel mío, pero ya he perdido la cuenta de los cuartos que me ha sacado desde que llegó el jueves. ¡Con eso de que trae todo el dinero en libras, y no ha tenido tiempo de cambiarlas!
De todas maneras estoy contentísima y me encanta verla dormidita en su cama (por la mañana, que por la noche-madrugada es ella la que me ve dormidita en mi cama a mi, cuando vuelve de sus compromisos sociales, pero de eso no me entero), y me siento la mar de feliz de tener por lo menos a una. Y ahora me da mucha penita de la otra, que se ha quedado allí (dice que no se viene ni aunque pida la extradición, mas o menos) pero ya ha encontrado una compañera de piso maravillosa para sustituir a la hermana, y todos somos felices.
Así que se lo cuento, para que ustedes también lo sean.

viernes, 9 de marzo de 2007

Una biblioteca emocionante

La revista "Qué leer" dedica un artículo a las bibliotecas, y menciona varias de especial relevancia por un motivo u otro. No puedo dejar de copiar la referencia a ésta, quizá la biblioteca más pequeña y mas valiosa que haya habido en el mundo:

Biblioteca Infantil de Birkenau:
En 1943 los nazis crearon en el bosque de Birkenau una extensión del campo de Auschwitz, donde se construyó un barracón separado, el número 31, preparado para acoger niños. El número 31 albergó a quinientos niños y a varios prisioneros adultos y, "a pesar de la estrecha vigilancia a que estaba sometido, contó, contra todo pronóstico, con una biblioteca infantil clandestina. Era minúscula: consistía en ocho libros, entre ellos Breve Historia del Mundo de H. G. Wells, un libro de texto ruso y otro de geometría analítica. Al final de cada día, los libros, junto con otros tesoros, tales como medicinas o algunos alimentos, se encomendaban a una de las niñas de más edad, cuya tarea consistía en ocultarlos cada noche en un lugar diferente"
A estos ejemplares se unían los que no existían físicamente, pero dirculaban de forma oral. Los adultos, siempre que podían, recitaban a los niños fragmentos de algún libro aprendido de memoria.

(el entrecomillado es cita del libro: "La biblioteca de noche" de Alberto Manguel, Alianza ed.)

miércoles, 7 de marzo de 2007

Y con esta van tres y acabo

Que tres es un número muy redondo y cinco días tampoco dan para tanto.

Pero no quiero dejar sin reseñar Oxford, que no lo conocía y me pareció un sitio precioso. Ya se que no es una novedad y que a todo el mundo que va se lo parece, desde el siglo XIII a nuestros días, pero qué le vamos a hacer. Creo que de Oxford también nos dejamos la mitad, porque no vi la Bodleian Library (qué vergüenza para una bibliotecaria) ni muchas otras cosas, pero en cambio nos colamos de rondón en el New College, haciendonos las locas ante el cartel de "Private". (Le llaman New y es del S. XIV, de cuándo será el Old).



Paseamos por los patios, los claustros,


Vimos la capilla,


los jardines, todo espectacular.



Y cuando llegó el momento de salir, nos encontramos con que el portón, enorme, antiguo, como de hace quinientos años, tenía un tecladito para marcar una clave, y si no, no se abría.


¿Ustedes pueden creer semejante anacronismo? Si no llega a ser porque enseguida llegó un estudiante que entraba, todavía estaríamos allí.


Como Gloria ya había estado en Oxford, y acompañada por un experto, me llevó a un pub típico, un sitio encantador, que recomiendo vivísimamente: Turf Tavern, donde se come y se bebe muy bien, por no mucho dinero y con un interior precioso para el invierno y una terracita deliciosa para el buen tiempo. Hay que saber llegar porque el acceso es a través de un callejoncito de apenas un metro de ancho, al que se entra después de pasar por debajo de este puente, a la izquierda:


Luego hicimos unas cuantas compritas para lo del regalo-souvenir, y admiramos fachadas como esta:



O esta torre sajona de hace mas de 1000 años:




En fin, un día luminoso, muy frío, pero soleado, que nos permitió apreciar los árboles en flor, la campiña inglesa en todo su esplendor de verdes diversos y los atascos que se organizan para entrar en Londres desde Oxford a las 7 de la tarde. Pero no nos importó porque así nos echamos una siestecita reparadora.

Y para despedirnos, una cena de sushi y otras exquisiteces japonesas en un restaurante de esos que tienen una barra con una cinta rodante que va y otra que viene, por donde circulan los platos, para que los comensales elijan con la vista lo que les apetece comer, y vayan escogiendo sobre la marcha. Luego el cobro está en función del color de los platillos que vas amontonando, ya vacíos: morado 1 libra, naranja 2 libras, rosa 3, y así siguiendo, según te indica la carta que te suministran. Es bastante arriesgado, porque los rollitos de arroz se distinguen bien y sabes mas o menos en qué consisten, pero hay cosas sospechosas que no sabes si serán picantes o no, si son de carne o de pescado o vaya usted a saber. Pero eso también forma parte del placer de comer en otro idioma, y para qué se viaja si no es para experimentar emociones nuevas. Y las gastronómicas no son las menores, ni mucho menos.

Al día siguiente solo quedó tiempo para una visita apresurada al Museo Victoria & Albert, que me pareció fascinante, y me puso los dientes largos. Pero hay que dejar algo para el próximo viaje, y ya el tiempo apuraba; tenía que haber cogido el tren que sale a las 14,30 de la estación Victoria y me encontré tomando el de las 15,15, así que llegué a Gattwick a las 15,45 con lo que solo faltaba una hora escasa para coger el avión de vuelta.


Mi niña Gloria me había cargado con un montón de cosas para aliviar su vuelta a Madrid la semana siguiente, y me traje una bolsa de mano llena de libros, y lo mejor de todo, una lata de conservas con una "delicatessen" griega que se empeñó en que probáramos: unas hojas de parra rellenas de arroz, que dice que está muy bueno. Total, que llego al control de equipajes, ya había facturado el maletón, que me perdonaron un kilo de peso que se pasaba, y la bolsa de mano era como un castigo, llena de libros, un neceser, el camisón y la famosa lata. Total que al pasar los Rayos X, detectaron algo metálico y con liquido, y me lo hicieron sacar todo, hasta que se convencieron de que era algo comestible, y hermético y me lo dejaron pasar, yo creo que porque no me vieron cara de terrorista, pero me tenían que ver explicándome en mi inglés (que es mío y de nadie más) que era un regalo de mi hija para su padre, y que si tal y que si cual (eso es lo que mejor digo en ingles, lo de tal y cual). Y a todas estas yo ya iba pegada de hora, porque en el tren de ir al aeropuerto me di cuenta de que no le había dado a Clara el abono transportes que ella podía aprovechar los días que quedaban de validez. Así que salté del tren a la carrera, empujando el carrito de los equipajes, porque ya sólo tenía una hora justa hasta la salida del avión, y hay que coger una lanzadera que te lleva de una terminal a otra, (5 o 10 minutos) facturar el equipaje (¡Una ansiedad, pensando que me pasaba de kilos y me iba a tener que poner a sacar cosas!) bajar corriendo a las tiendas, buscar un sobre y un sello, meter el abono transportes y el dinero que me sobraba, buscar un buzón para mandárselo por correo, y todavía me quedaba pasar el control del equipaje de mano; cuando se me pone el currito aquel a investigar qué pasa con la lata y yo pensando en los pasillos que tenía que recorrer hasta llegar a mi puerta de embarque, que aquello es inmenso. ¡Qué estrés, madre mía!. Cuando ya me ví en la puerta de embarque y que todavía no habían llamado, di un suspiro que me desinflé. No me sobraron mas que cinco minutos, pero llegué; ahora eso si, con un sofoco, que decía mi compañera de asiento "¿no notas frío en el avión?" y yo ¡tenía un acaloramiento! En fin, todo muy en mi línea habitual, por no "hacer mudanza en la costumbre" como dice el poeta. Pero ¡qué le va a hacer una, si precisamente a una le tenía que tocar ser como una misma, Felipe dixit!

Así que ya no les aburro mas y les agradezco la atención prestada. Muchos besos

martes, 6 de marzo de 2007

Otros puntos de vista sobre Londres

Cuando yo intenté estudiar algo de inglés en el Británico, hace muchicientos años, usábamos un libro muy chistoso del que recuerdo una de las lecturas que se proponían al alumno. Venía a decir que era inexplicable la enorme afluencia de extranjeros a las Islas Británicas. Por mas vueltas que se le diera era imposible que acudiesen por la comida; todos saben (lo reconocía palmariamente) que la comida inglesa es horrible. Por el clima no podía ser: es universalmente sabido que en Inglaterra llueve y llueve y no hace otra cosa; Así iba enumerando todos los imposibles motivos que nadie puede encontrar para viajar a Iglaterra, de modo que al final sólo quedaba una explicación: habiendo visto en sus paises respectivos a turistas ingleses, la gente se preguntaba "¿De dónde pueden haber salido unos tipos tan estrafalarios e incomprensibles?" y movidos por esa curiosidad es por lo que viajan a Inglaterra, para explicarse por qué son así los ingleses. Y no es mala tesis.


Desde luego una curiosidad así debe ser la que mueve a los españoles, porque si te metes en Harrods un sábado por la mañana, o te das una vuelta por Camden esa misma tarde, dos de cada cinco personas son españoles comprando desaforadamente o dando vueltas con la boca abierta. Lo de Harrods hay que verlo para creerlo. Un abigarramiento tan desbordante de mal gusto egipcio y al mismo tiempo una moda tan preciosa, un departamento de librería para enloquecer, una sección de juguetes arrebatadora, y sobre todo, salas y mas salas dedicadas a la alimentación, con acumulación de todo lo que puedas desear: comidas de todo tipo, preparadas y para cocinar, de cualquier cocina del mundo, es aturdidor. Y multitudes en todas direcciones, comprando, pero sobre todo, mirando. Y ¡colas de gente para sentarse en una barra a engullir docenas de ostras con champán, igual que aquí te tomas unas cañas con aceitunas! Aunque no se compre nada, hay que ir a Harrods. Aunque sólo sea para ver la "vera efigie" de Al-Fayed, en estatua de cera de tamaño natural dando la bienvenida a la sección de caballeros, o el memorial de Diana y Dodi, bajo la escalera mecánica del Hall egipcio (¡¡¿Se imaginan una pirámide con una escalera mecánica por enmedio?!!) donde guardan una copa manchada de vino de la última cena que tomaron juntos en el Ritz de Paris antes de estrellarse en el túnel de Alma; todo rodeado de velas y flores y una fuente en cascada...¡La monda!



Pero con todo el arte, los museos, los teatros, los monumentos y las tiendas, lo que de verdad da gusto en Londres es andar por las calles. Yo por lo menos, que tengo mi manía de las puertas y ventanas, me he dado un hartón a hacer fotos (de las que les hago gracia, por no agotar su paciencia) Fotos de esas que a mis hijas no les gustan porque no sale gente, pero es que Londres estaba lleno de arbolillos primaverales y arbustos de camelias en flor, a pesar del frío.





Díganme si no es verdad que unas camelias así no se ven en Madrid. O estas otras.




Otra cosa que me perdí la vez anterior pero que ahora he visto es el teatro del Globe. Todos sabemos que no es el original, que se trata de una reproducción de lo que debía ser el de verdad, pero está tan bien hecho y es tan bonito, y todos lo hemos visto en la película "Shakespeare in love" que me encantó verlo por dentro. Y por fuera.







La excursión recomendable es: visitar la Tate Gallery por la mañana (deliciosos los Prerrafaelitas y Turner. Es la única visita que he repetido, y repetiré siempre que vuelva) y luego coger el barquito Tate-to-Tate y hacer una breve y agradable travesía por el Támesis en dirección Oeste-Este. No es caro (con la Oyster, 2,85 libras) y vas viendo el Parlamento, el Big-Ben, la noria del Ojo de Londres, el Hotel Savoy, el obelisco de Cleopatra..., bueno todo lo que hay a la orilla del río. Pasas bajo los puentes y te desembarca en la orilla sur, junto a la Tate Modern, que esta al lado del teatro del Globe. Y rematas un puñado de visitas de una tacada.


Allí está, pasando desapercibida, la casa del Cardenal Warf, donde pasó su primera noche en Londres la hija de los Reyes Católicos, la pobre Catalina, cuando fué a Londres en 1502, a casarse con Arturo y acabó casándose con Enrique (el VIII, el que cambiaba de mujer como de camisa) y una pequeña lápida conmemora el lugar y la ocasión.



También es donde se alojó el arquitecto Wren mientras construía la Catedral de San Pablo, que se encuentra justo enfrente, cruzando una pasarela peatonal, la Pasarela del Milenio, que es una preciosidad como obra de ingeniería y que tiene unas vistas espectaculares, de la Catedral y del río en ambos sentidos.

Y para no cansarles mas por hoy, aquí lo dejo, y otro día mas.






lunes, 5 de marzo de 2007

Hace una semanita...

...Yo estaba paseando por Londres con mis niñas. Snif.

Dicen que partir es morir un poco. Lo que de verdad es mortal es volver, qué caramba.


Nos consolaremos pensando en lo bien que se lo están pasando, cuánto inglés están aprendiendo, cómo están sabiendo desenvolverse por su cuenta en trabajos, alojamientos y otras logísticas, y sobre todo, pensando en que, mientras estén allí, tenemos un pretexto para volver a Londres.

Porque de los ingleses se podrá decir lo que se quiera (que se puede, sin lugar a dudas) pero hay que reconocer que la forma de vida inglesa les ha salido redonda. Quitando lo de la comida, que cada vez es menos problemático gracias a la proliferación de toda clase de restoranes de cualquier nacionalidad, el resto está bastante bien. Concretamente Londres tiene algo, con todo y ser una ciudad enorme, moderna, repleta de gente de mil sitios distintos, que te hace sentir a tus anchas en seguida. Bueno, al menos como turista. Supongo que ser inmigrante con pocos ingresos y un trabajo duro, dará una óptica muy diferente de la cuestión.


(faltan 6 horas para que salga el Orient Express)

Pero yo, como además ya me sabía los truquillos porque era mi segunda estancia, me sentí como en casa nada mas desmbarcar. La lanzadera para ir de una terminal a otra, el tren a Victoria Station, el metro a South Kengsinton, el pasillo para los Museos, (la verdad es que con una maleta de 20 kg, se me hizo un poco largo) Luego, cuando solté el maletón en la consigna del Museo me lancé a la búsqueda del café donde trabaja Clara. Porque en el Museo de Ciencias hay 3 o 4 bares y cafeterías. Y había que verme en "mi" inglés preguntando: "Do you know a spanish girl, called Clara, very very tall?" Pues al final conseguí dar con el lugar y cuando me vió delante de ella nos dimos tales besos y abrazos, que un compañero suyo que nos miraba desde el mostrador, casi se nos echó a llorar. Y decía el pobre: "¡Yo , es que pienso que venga mi madre a verme...!" y se le saltaban las lágrimas. Es lo que tienen los chicos de ahora, que son muy sensibles.


Así que todo muy bien. Mis niñas bien instaladas, con buenos amigos y buen alojamiento. Y varias cosas nuevas que me dejé sin ver la vez anterior. El observatorio de Greenwich, espectacular. La llegada la hice a través del túnel peatonal, siguiendo los consejos de Pedro, caminando diez minutos bajo el Támesis. Impresiona. Aparte de la idea de tener esa masa de agua sobre la cabeza, saber que el túnel tiene mas de 100 años de antigüedad, y verlo tan vacío, da un no se qué, que qué se yo. Mas de 200.000 baldosines se usaron para forrarlo. Casi ná.




Francamente, me metí porque vi que en los ascensores de los extremos hay cámaras de tv que vigilan el túnel constantemente. No me crucé mas que con 10 o 12 personas, y todas normalitas, a Dios gracias. Se entra y se sale del túnel por dos templetes semicirculares con escalera y ascensor. Aquí se ve el templete de la entrada desde el otro lado del río, después de cruzar. Da yu-yu, pensar que se ha caminado por debajo de esa masa de agua ¿a que si?


El parque donde está el observatorio es una preciosidad, una colina toda verde con unas vistas sobre el río y los palacios, la antigua Escuela Naval, la Casa de la Reina, la Sala Pintada. Hay ardillitas que se acercan confiadas. En lo alto hay una serie de edificios, la antigua residencia del Astrónomo Real, el Museo del Meridiano, la Sala Octogonal diseñada por Wren para la observación del cielo. Cuando eran las 13 horas, la bola roja, visible desde el río, bajaba y de ese modo, los capitanes de los barcos anclados en los muelles podían poner sus relojes en hora para ajustar el tiempo exactamente con el del Observatorio, a fin de hacer las mediciones en alta mar. Sobre todo para saber la longitud, Este u Oeste, porque la latitud Norte o Sur, se medía con bastante precisión desde tiempos remotos, basándose en la altura del sol o las estrellas con respecto al ecuador. En fin, allí se explica todo muy bien, con poquito inglés que sepas.



El Museo es estupendo. Perfectamente didáctico y ameno a la vez. Lo mismo se puede ver con rapidez para hacerse una idea general, que detenerse en las explicaciones prolijas para comprender la relevancia de las mediciones astronómicas, la fijación del meridiano cero y la importancia de medir el tiempo con exactitud para una navegación segura. Para un aficionado a los relojes el museo puede ser una pasada. Los hay preciosos y de todas las épocas. Evidentemente lo de los Museos se les da bien a los hijos de la Pérfida Albión. Y además, consiguieron convencer al mundo para que el meridiano cero fuera el suyo, no el de París, por el que se regían los franceses, o el de Ferrol, (perdón, el de Cádiz), por el que se regían los españoles. Qué le vamos a hacer, no es mas que un convencionalismo, pero se salieron con la suya. Como casi siempre. Y allí están todos los turistas como tontos, haciéndose la foto con un pie a cada lado de la raya.




Bueno, aparte de estas visitas tan didácticas también he dedicado tiempo (y la mayor parte) a corretear por las calles con mis niñas, viajar en el piso alto de los autobuses, tomar pintas en los pubs (¡es cierto que tocan una campana a las 11!) y ver mercadillos. Lo de Camden un sábado por la tarde es algo exagerado.

Pero como hoy ya me he estirado bastante, dejo el resto del relato para otro post.