Por su tema, copio aquí el párrafo referido a Bibliotecas:
La biblioteca: redil de piratas
Desde el Imperio Romano, el rol de las bibliotecas públicas ha sido el de coleccionar y catalogar libros para ponerlos a disposición del público en general. Sin embargo, las editoriales europeas han decidido extender el derecho de autor por su propia mano, agregando al familiar “prohibida su reproducción total o parcial” una nueva cláusula: “prohibido el préstamo público”. La lógica esgrimida es que, si bien la
biblioteca pagó por el libro, la editorial pierde una venta por cada vez que el libro es prestado, y las editoriales no están satisfechas con cobrar por cada libro: quieren cobrar por cada lector. Esta es una historia protagonizada también por contadores de historias, como Almudenas Grandes, José Saramago y muchos otros, quienes han salido a abrazar bibliotecas públicas para defender su rol social y su contribución a la difusión de la cultura.docente acusado penalmente por violación de derechos de autor por la Cámara Argentina del Libro. El objeto de la discordia es un trabajo que Potel viene realizando sin fines de lucro desde hace casi diez años: publicar en la red una colección de obras, traducciones, entrevistas y fotografías de Nietzsche, Heidegger y Derrida, colaborando así de manera importante a la difusión de estos filósofos en el mundo hispanoparlante. Muchos de los materiales que Potel reproduce y pone al alcance de cientos de miles de personas son prácticamente imposibles de conseguir en América latina, un mercado que la editora francesa que detenta los derechos no considera comercialmente atractivo.
Esta historia nos remite a la más reciente visita que la policía realizó al domicilio del Profesor de Filosofía de la Universidad de Lanús, Horacio Potel. “Usted sabrá en qué anda, profesor” le dijo el oficial, tras corroborar el domicilio del
14 comentarios:
Cualquier idea, por buena que sea, puede ser convertida en un absurdo por la vía de su extensión indiscriminada e irracional, sobre todo si es susceptible de producir dinero y cae en manos a la vez ignorantes, estúpidas y codiciosas. Y no digamos si estas manos consiguen el amparo legal de una clase política más necia, ignorante y codiciosa aún.
Esto es, exactamente, lo que no es que esté ocurriendo, sino que ha ocurrido ya con las ideas, antaño respetables y ahora mismo dañinas y deleznables -en mi modesta opinión- de "propiedad intelectual" y "derechos de autor".
Tal y como se entienden, mi sastre puede demandarme penalmente, y no veo por qué no habría de ganar, si yo le presto a un amigo el traje que el sastre me hizo. Porque yo he pagado por el traje, sí, pero la "concepción" del traje, la "propiedad intelectual" del traje sigue siendo suya, al parecer por los siglos de los siglos. Y si se lo presto a un amigo, estoy evitando que mi amigo tenga que comprarle otro traje al sastre, estoy privando al sastre de una venta y tendré que compensarle por ello. El razonamiento funciona así, ¿no?
Y sucede lo mismo con mi máquina de fotos, mi coche y prácticamente cualquier otro objeto ideado por un hombre que yo crea ingenuamente haber adquirido alguna vez. No veo el menor motivo por el que deba existir la propiedad intelectual de los libros y no la de los trajes, las locomotoras y las máquinas de picar carne. Todo nuestro concepto de la propiedad se va al garete, minado por la inasible y eterna "propiedad intelectual", que lo convierte en una mera apariencia. Que se cree usted que ese libro, ese disco o ese sofá son suyos, por mucho dinero que haya pagado por ellos. Son, o serán, del listillo que se haya erigido en administrador de la propiedad intelectual, al que tendremos que seguir pagando toda la vida.
¿Qué día de estos resolverán los arquitectos que tienen la propiedad intelectual de los edificios que nos construyen, y que deben cobrar por ella por cada nueva transmisión de la propiedad, por cada día que los habitamos, por cada transeúnte que anda por las calles cuyo pasisaje visual constituyen?
Permíteme que sea malhablado y contundente en tu pulcro blog: ME CAGO EN LA PROPIEDAD INTELECTUAL.
Totalmente de acuerdo, incluso en lo de cagar, que es muy sano. Tengo abierto un grupo en Facebook (que ya se que no sirve para nada pero me divierte) pidiendo que la SGAE abone derechos a los herederos del arquitecto que hizo el Palacio Longoria, en la Calle de Fernando VI:
http://www.facebook.com/home.php?ref=home#/group.php?gid=67665094459
Y se me han unido ya mas de 80 personas. (Así no andan por los bares)
Cada día tengo más claro que esta gente de las grandes editoriales y algunos autores, presentes en las sociedades de gestión, mercaderes de la cultura, son los auténticos enemigos de las bibliotecas, sólo piensan en la pasta y les da igual si hay bibliotecas o no, sólo ven que si un libro se ha prestado 25 veces al año, son 25 ejemplares que no han vendido. Y la labor de las bibliotecas les da lo mismo.
Leeré el blog que nos recomiendas, aunque viendo los títulos intuyo que puede ir sobre las patentes sobre la vida. Cualquier cosa que esté en la naturaleza es susceptible de ser patentado, por una gran empresa, claro, y tendrás que pagar por seguir disfrutándolo. Y es que si se ponen y no somos capaces de parar a estos piratas nos harán pagar por todo, hasta por respirar.
Me pasaré por ese grupo tuyo del “Feisbuk”, que me he apuntado hace poco.
Un abrazo, compañera.
Me alegro de descubrirte, siempre es interesante leer a gente nueva. Gracias por pasar por casa.
Seguimos en contacto.
Un abrazo
Creo que algún listo se puso a pensar y vio esa posibilidad de negocio. Se hicieron números y se comprobó que la cosa podía ser rentable. Y en eso estamos. Ya sabemos que todo es justificable aunque esté lejos de ser justo.
Y esta es, más o menos, la historia de la mayor parte de los impuestos que sufrimos por todos los conceptos. Es llegada la hora de la insumisión. No hay por qué seguir "tragándonos" todas las leyes. Tenemos derecho a oponernos a la injusticia porque, por el camino que van las cosas, llegaremos a ver realizado el razonimiento que hace Vanbrugh.
¡Hay qué graciosa me ha quedado la palabra razonamiento!
Se pueden crear palabras como:
zarronamiento
zorronamiento
y otras muchas acabadas en miento o, por qué no, empezadas por miento.
Me ha hecho gracia y cconcuerdo con el exabrupto de Vanbrugh. Sólo un (bueno, dos) matiz. Se ha prostituido -nunca mejor dicho- la noción de propiedad intelectual hacia la mera pela y las reducciones al absurdo del sastre de Vanbrugh lo prueban. Sin embargo, la noción original, más desvinculada de lo crematístico, me parecen un 'protector' para las obras en manos de gestores públicos -que suelen ser los clientes más habituales-interesante; así cuando un arquitecto demanda a un ayuntamiento porque han cogido su obra y la han pintado de morado, por ejemplo. Otro matiz, la mayoría de los grandes autores literarios (no así los músicos, que dominan en la SGAE) no dependen de esas instituciones para defender sus intereses monetarios, sino de las grandes agencias literarias que incluyen también abogados pleiteantes y demás. En principio ssoy amigo de legislaciones que restrinjan sensatamente el sacrosanto derecho de propiedad, por ejemplo, que el dueño de una hermosa finca rural (con 'naturaleza' como se dice ahora) no la pueda quemar o asfaltar o construir porque es suya y ya está (como sucede en EEUU), pero aquí, precisamente, se trata casi de lo contrario: de restringir el derecho público al disfrute de unas obras frente al derecho privado de un creador o detentador del copy righ
Es evidente que las nociónes de Propiedad Intelectual y de Derecho de Autor son lógicas y necesarias. El primero fue Miguel Angel, cuando se mosqueó al oir que atribuían su Pietá a otro escultor, y agarró cincel y mazo y escribió en la banda que ciñe el pecho de la Virgen: "lo hizo Miguel Angel Buonarroti". Que quede claro.
Es de cajón que la autoría de una idea, sea artística o industrial o de cualquier tipo, es sagrada; Y que si va a generar beneficios deben revertir sobre el autor; e incluso estamos de acuerdo en que existan entidades de gestión que son necesarias y útiles, a ver cómo iba a recibir los beneficios de sus traducciones al japonés un señor que escribe en Tomelloso y nunca ha salido ni piensa salir de allí. Todo eso está muy bien.
Lo malo, como dice Vanbrugh, es cuando la noción básica se sale de madre, y se producen los desatinos que estamos viendo por todas partes: patentes de semillas que impiden a los campesinos sembrar con sus propios granos, patentes de productos farmaceuticos que excluyen a los que mas necesitan los medicamentos y menos pueden pagarlos, canones desorbitados por usos que no afectan a los Derechos de Autor, intromisión de espias de la SGAE en actos privados a ver qué música se está tocando, imposibilidad de que autores nuevos, editoriales alternativas o músicos principiantes se abran camino, si no es pasando bajo las horcas caudinas de los que manejan el cotarro y tienen la desvergüenza de erigirse en defensores de la Cultura.
Como diría el tío Alejandro: "¡Lástima de cañón!"
A mí me parecen muy bien, como dice Lansky, todas las limitaciones del derecho de propiedad que sean necesarias. El derecho de propiedad, como todo Derecho, no es "natural" ni ilimitado, sino fruto de una convención, y debe tener exactamente el contenido que entre todos decidamos que tenga. Pero lo normal es limitar la propiedad privada en beneficio de los derechos sociales, no limitar la propiedad colectiva y los derechos sociales en beneficio de cuatro listos, que es justo lo que hacen la SGAE y sus émulos.
Y la legislación que impida pintar de morado un edificio, a mi juicio, nunca debería basarse, precisamente por ese principio, en una muy discutible propiedad intelectual del arquitecto sobre él. Si el arquitecto se vuelve tarumba, o sus herederos deciden forrarse a costa de la obra del abuelito difunto, la propiedad intelectual será entonces precisamente la que permita que lo pinten de morado, o lo derruyan, o lo conviertan en apartamentos. La protección del edificio debe venir por la vía de la protección del paisaje urbano, o del patrimonio cultural colectivo, o del patrimonio histórico, o de cualquier otra consideración social y colectiva que no la deje en manos de intereses privados, ni siquiera de los de su autor. Los arquitectos cobran por sus proyectos. Los venden. Y yo, cuando vendo una cosa -mi trabajo diario, sin ir más lejos- dejo de ser su dueño y de poder decidir sobre él. La cosa funciona así para todo el mundo. Excepto, al parecer, para Teddy Bautista, que nos mandó arrodillar hace muchos años y parece que le ha cogido gusto a vernos así.
Cigarra, detecto en tí cierta confusión entre dos conceptos no idénticos, el de propiedad intelectual y el de patente. Este último estaba hasta hace poco reservado a los inventos y ya sabemos los abusos que hubo (Edison patentaba todo lo que "oía" por ahí, fuera o no suyo; otro caso es el de Marconi y la radio), pero más o menos funcionaba; lo malo es cuando se empezaron a patentar organismos modificados (maiz, cabras, bacterias, etc.) y hasta genes; lo comenzaron chorizos como Craig Venter uno de los biólogos padre de la decodificación del genoma humano. Ahí se rompieron las ejemplares reglas del juego en ciencia y la vieja idea de publicar -lo público se publica- para que otros constaten o refuten, se sustituyó por la muy opuesta de patentar, el secretismo y demás. La industria farmaceútica y la alimentaria, tan genocidas como la armamentísitica o el narcotráfico son las responsables.
Vanbrugh, la propiedad intelectual no es sacrosanta, pero si un artista o lo que sea es contratado bajo determinadas condiciones, que cumple, suponemos, es igualmente de suponer la obligación (todo lo relativa que quieras) a mantener la obra tal cual, y eso, entre otras cosas, de acuerdo, se basa en la propiedad intelectual de la obra; pintar La Pietá, que cita Cigarra, de fucsia, es un atentado per se, y "además" contradice los deseos (no sólo derechos) de su creador. Yo sólo me refería a que para eso, "también", sirve el derecho de autor, que mantendrá una opinión que no es una más, como tal creador.
(Estoy encantada de que los diálogos de Lansky y Vanbrugh, que tan feliz me hacen en sus blogs respectivos, se hayan mudado al mío, aunque no sea más que por un ratito)
Volviendo a los arquitectos y la Propiedad Intelectual: tengo entendido (o al menos es "vox populi" entre bibliotecarios) que el arquitecto que hizo la biblioteca de la Uned tiene estipulado absolutamente todo en cuanto a la apariencia exterior e interior del edificio, lo cual dificulta notoriamente el desarrollo de la función para la que fue creado, porque si se hace necesario poner un cartel nuevo con alguna indicación necesaria para el servicio, o si hace falta disponer de otra forma las estanterías, para ganar sitio, o alumbrar mejor un rincón desaprovechado, o cualquier otra cuestión funcional semejante, no se puede hacer nada de eso si el arquitecto no lo autoriza expresamente. No se si se podrán cambiar de sitio los ceniceros, o sustituir las bombillas por otras de más intensidad. A esto es a lo que conduce la distorsión del concepto de Propiedad Intelectual.
Como dice Vanbrugh: me compro un vestido de Dior por una pasta, y no puedo ensancharlo si engordo, o cambiar el lazo de sitio, porque estoy contraviniendo los deseos del autor. Y de prestarselo a la vecina, ni hablar, por supuesto.
Insisto, estamos perdiendo el oremus
POR INDICACIÓN DE LANSKI ENTRÉ A LEER ESTE TEXTO y por la tuya los indicados aquí. Leídos todos... me parecen estupendos y los publicaré... con vuestro consentimiento en un futuro próximo.
Buen día... (ya me he enterado que eres bib...) PAQUITA
Me parece muy pertinente esto de El País:
http://www.elpais.com/articulo/opinion/Espana/proscritos/elpepiopi/20090507elpepiopi_3/Tes?print=1
Ojalá a EEUU le preocupasen un poco mas los Derechos Humanos, y un poco menos los Derechos de Autor. Como se ve que aquellos no dan dinero y estos si.
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