martes, 6 de marzo de 2007

Otros puntos de vista sobre Londres

Cuando yo intenté estudiar algo de inglés en el Británico, hace muchicientos años, usábamos un libro muy chistoso del que recuerdo una de las lecturas que se proponían al alumno. Venía a decir que era inexplicable la enorme afluencia de extranjeros a las Islas Británicas. Por mas vueltas que se le diera era imposible que acudiesen por la comida; todos saben (lo reconocía palmariamente) que la comida inglesa es horrible. Por el clima no podía ser: es universalmente sabido que en Inglaterra llueve y llueve y no hace otra cosa; Así iba enumerando todos los imposibles motivos que nadie puede encontrar para viajar a Iglaterra, de modo que al final sólo quedaba una explicación: habiendo visto en sus paises respectivos a turistas ingleses, la gente se preguntaba "¿De dónde pueden haber salido unos tipos tan estrafalarios e incomprensibles?" y movidos por esa curiosidad es por lo que viajan a Inglaterra, para explicarse por qué son así los ingleses. Y no es mala tesis.


Desde luego una curiosidad así debe ser la que mueve a los españoles, porque si te metes en Harrods un sábado por la mañana, o te das una vuelta por Camden esa misma tarde, dos de cada cinco personas son españoles comprando desaforadamente o dando vueltas con la boca abierta. Lo de Harrods hay que verlo para creerlo. Un abigarramiento tan desbordante de mal gusto egipcio y al mismo tiempo una moda tan preciosa, un departamento de librería para enloquecer, una sección de juguetes arrebatadora, y sobre todo, salas y mas salas dedicadas a la alimentación, con acumulación de todo lo que puedas desear: comidas de todo tipo, preparadas y para cocinar, de cualquier cocina del mundo, es aturdidor. Y multitudes en todas direcciones, comprando, pero sobre todo, mirando. Y ¡colas de gente para sentarse en una barra a engullir docenas de ostras con champán, igual que aquí te tomas unas cañas con aceitunas! Aunque no se compre nada, hay que ir a Harrods. Aunque sólo sea para ver la "vera efigie" de Al-Fayed, en estatua de cera de tamaño natural dando la bienvenida a la sección de caballeros, o el memorial de Diana y Dodi, bajo la escalera mecánica del Hall egipcio (¡¡¿Se imaginan una pirámide con una escalera mecánica por enmedio?!!) donde guardan una copa manchada de vino de la última cena que tomaron juntos en el Ritz de Paris antes de estrellarse en el túnel de Alma; todo rodeado de velas y flores y una fuente en cascada...¡La monda!



Pero con todo el arte, los museos, los teatros, los monumentos y las tiendas, lo que de verdad da gusto en Londres es andar por las calles. Yo por lo menos, que tengo mi manía de las puertas y ventanas, me he dado un hartón a hacer fotos (de las que les hago gracia, por no agotar su paciencia) Fotos de esas que a mis hijas no les gustan porque no sale gente, pero es que Londres estaba lleno de arbolillos primaverales y arbustos de camelias en flor, a pesar del frío.





Díganme si no es verdad que unas camelias así no se ven en Madrid. O estas otras.




Otra cosa que me perdí la vez anterior pero que ahora he visto es el teatro del Globe. Todos sabemos que no es el original, que se trata de una reproducción de lo que debía ser el de verdad, pero está tan bien hecho y es tan bonito, y todos lo hemos visto en la película "Shakespeare in love" que me encantó verlo por dentro. Y por fuera.







La excursión recomendable es: visitar la Tate Gallery por la mañana (deliciosos los Prerrafaelitas y Turner. Es la única visita que he repetido, y repetiré siempre que vuelva) y luego coger el barquito Tate-to-Tate y hacer una breve y agradable travesía por el Támesis en dirección Oeste-Este. No es caro (con la Oyster, 2,85 libras) y vas viendo el Parlamento, el Big-Ben, la noria del Ojo de Londres, el Hotel Savoy, el obelisco de Cleopatra..., bueno todo lo que hay a la orilla del río. Pasas bajo los puentes y te desembarca en la orilla sur, junto a la Tate Modern, que esta al lado del teatro del Globe. Y rematas un puñado de visitas de una tacada.


Allí está, pasando desapercibida, la casa del Cardenal Warf, donde pasó su primera noche en Londres la hija de los Reyes Católicos, la pobre Catalina, cuando fué a Londres en 1502, a casarse con Arturo y acabó casándose con Enrique (el VIII, el que cambiaba de mujer como de camisa) y una pequeña lápida conmemora el lugar y la ocasión.



También es donde se alojó el arquitecto Wren mientras construía la Catedral de San Pablo, que se encuentra justo enfrente, cruzando una pasarela peatonal, la Pasarela del Milenio, que es una preciosidad como obra de ingeniería y que tiene unas vistas espectaculares, de la Catedral y del río en ambos sentidos.

Y para no cansarles mas por hoy, aquí lo dejo, y otro día mas.






2 comentarios:

H. dijo...

Pues debo hacer una serie de aclaraciones patrióticas, que nunca está de mas en campaña electoral:
- camelias como las que usted cita las tenemos pero así de gordas en el Jardín de los Frailes del Monasterio.
- el libro ese de marras ¿no sería "How to be an alien" de George Mikes porque es el que yo usé, y llevé de cabecera en mis primeros viajes albiónicos, y del que preparo un remake un poco al estilo de otro librito que te recomiendo llamado "Apuntaciones sueltas sobre Inglaterra" de Leandro Fernández de Moratín? ¿Eh?
- y se dice PRERRAFAELISTAS, con la misma S que modernistas y zapatistas y arribistas y cambistas; por esto no paso, como por llamar superrealistas a los surrealistas. Hele.

Cigarra dijo...

Bueno, vale, si. La verdad es que mi suegra en su terraza tiene un tiesto de camelias que le ha florecido este invierno a tutiplen.
El libro era uno de esos de texto que trae trocitos de lectura intercalados con los ejercicios. No un libro de verdad de leer. Y tomo nota de la recomendación.
Y bien sabe Dios que dudé si ponía la "s" o no, y como lo vi escrito de las dos maneras en varios sitios opté por esa forma, pero tiene usted razón, que suena mejor con "s" y no lo haré mas, snif.
¿y cómo van a ser superrealistas, si están claramente por debajo de la realidad?