Así que voy a hacer un recorrido por las imágenes que resumen algunas de las cosas vividas en estos meses pasados desde la primavera 2010. Ya que dediqué bastante espacio al viaje a Siria, empezaré por el mes siguiente: abril
En abril solemos ir al campito a coger esparragos trigueros, que aunque amargan un poco más que los cultivados, tienen el encanto de la búsqueda y el hallazgo, a veces en sitios tan bonitos como éste de la foto. Y si encima tenemos la suerte de que caigan cuatro gotas y salga un arco iris, mejor que mejor
No nos quisimos perder la ocasión de ver los Ojos del Guadiana aflorando, como hacía mucho que no sucedía.
Pero quizá fuera en Las Tablas de Daimiel donde el juego del agua y la luz ofrecía efectos mas espectaculares.
La tierra, empapada de agua, florecía por todas partes
La Via de la Conciliazione une la Plaza de San Pedro y el Castillo de Sant Angelo
Sin lugar a dudas, lo que más me impresionó de Roma fueron los restos de la época imperial: los foros, los templos...
Aquí el Area Sacra Argentina, donde se encontraba el Senado cuando Bruto asesinó a Julio Cesar
Julio nos trajo la alegría de ganar el Mundial de fútbol, que es algo que no pasa todos los días
Aqui, el paso de la frontera por el Portalet, subiendo desde el Valle de Tena
En el viaje, pasamos por la Abadía cisterciense de Cañas, en La Rioja, donde encontré este delicioso relieve alusivo a mi profesión de bibliotecaria
Ya de vuelta en nuestras tierras disfrutamos de tardes apacibles junto a los amigos en nuestros sábados alcarreños. ¡qué puestas de sol!
Porque en el Puente de El Pilar hicimos una escapadita hacia el norte, un poco pasada por agua, pero ¿no es este el aspecto más genuino de San Sebastián, arropado por el sirimiri?
...Con Nacimiento tradicional...
En febrero descubrimos la iglesia de San Pedro, en Torremocha del Jarama, que tiene unos frescos medievales maravillosos. Muy recomendable
Y a finales de marzo, para cerrar este año arbitrariamente comenzado en abril, una escapadita de tres días en Praga, otro de los hitos que no pueden faltar en la vida de ningún buen turista (Iba a decir "viajero" pero Lansky no me dejará emplear ese término indebidamente: ¡Teníamos billete de vuelta!)
Y el buen detalle, que me gustó francamente, de poner mi nombre a una de las calles del Barrio Pequeño, Mala Strana