Este año la primavera trajo agua; según dicen, Marzo ha sido el mas lluvioso de los marzos desde que se contabilizan estas cosas, allá por los años cuarenta del siglo pasado. Y aunque en algunos lugares tanta agua ha sido catastrófica, en otros ha sido una bendición: por ejemplo para el acuífero 23 que ocupa el subsuelo de gran parte de Castilla-La Mancha. Este acuífero, sobreexplotado en los ultimos años del siglo XX, es el que nutre y se nutre a su vez de las aguas del Guadiana, ese río impredecible, difícil de conocer, sobre cuyo nacimiento no acaba de haber acuerdo. Pues bien, hace 4 años, la superficie del acuífero se encontraba a 25 metros de profundidad, y sin embargo, este año se encuentra a menos de 2 m. de profundidad, y según en qué lugares, aflora al fin como debe ser, por ejemplo, en los Ojos de Guadiana.
Así nos lo cuenta La Verdad de Murcia:
http://www.laverdad.es/murcia/20130406/local/region/acuifero-occidental-201304061057.html
Y en este blog se puede ver un video filmado desde una avioneta
http://www.miciudadreal.es/2013/04/14/la-mancha-como-jamas-la-viste-impresionante-vuelo-sobre-la-autopista-de-agua-del-acuifero-23/
Así que nos dispusimos a contemplar tanta hermosura con nuestros propios ojos, y a mediados de mayo hicimos una excursión doble: por la mañana a las Tablas de Daimiel
Las pasarelas que permiten adentrarse en las Tablas en años pasados se internaban entre terrenos secos o a lo sumo herbazales que proliferaban sobre el barro. Este año daba gusto caminar sobre el espejo del agua, y verlo bullir de vida, tanto peces como aves.
Y por la tarde a ver las Lagunas de Ruidera
Las Lagunas de Ruidera son un entorno muy diferente; aunque protegidas en parte como Parque Natural, están fuertemente humanizadas, rodeadas de construcciones y con lugares adaptados para el baño, incluso.
Pero así y todo, en esta época primaveral, en que todavía los rigores del estío no han atraido a los veraneantes,
si se llega hasta el origen, donde comienza a embalsarse el agua debido
a las formaciones rocosas que ella misma provoca con sus sedimentos
dando lugar al rosario de lagunas escalonadas, es posible encontrarse casi a solas con el paisaje para disfrutar de tanta belleza
En años de menos agua, las lagunas están bien diferenciadas unas de otras y cada una luce un color diferente, debido a la vegetación del fondo, el efecto de la luz, o la profundidad del agua. Pero en años de muchas lluvias, como este, se desbordan y entonces los lugareños dicen que "cantan", por el fragor de las aguas saltando de una laguna en otra.
Explicación de cómo se forman las barreras que las separan:
Tras el tumulto del agua saltarina, pudimos disfrutar de la paz del crepúsculo en las aguas remansadas
Y más adelante, junto al Embalse de Peñarroya, un atardecer que hacía pensar en la canción de Atahualpa Iupanqui: "Un degüello de soles muestra la tarde..."
En el próximo post veremos otro paraje acuático que merece un capítulo por si sólo:
El Canal de Castilla